Noviembre 17: Laguna de Salinas

LA LAGUNA DE SALINAS
La Laguna de Salinas (Wikipedia) es un salar de aguas someras (poco profundas), que se localiza en el departamento de Arequipa, dentro de los límites de la Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca. Se encuentra en una depresión que forma la parte final de una cuenca endorreica, posee como máximo una extensión de unas 6,182 hectáreas, si bien su área disminuye durante la estación seca, hasta quedar reducido a una costra de sal. Se eleva a una altura de 4,300 m.s.n.m. El salar está rodeado de bofedales (humedales) que son alimentados por agua de lluvia y deshielos.

La belleza escénica de los volcanes Pichu Pichu y Ubinas dominan el paisaje, las actividades humanas resaltan a la vista, ya sea con su ganadería o sus actividades extractivas, sin embargo la fauna silvestre, especialmente los miles de flamencos, le dan un colorido inusual y de mucha belleza al salar.

La Laguna de Salinas se sitúa a unos 60 km. de la ciudad de Arequipa. Está formada por una depresión de poca profundidad y de gran extensión superficial sin salida de aguas que recibe alimentación a través de los ríos Chacalaque (19 km) y Turca (11 Km), igualmente es alimentada permanentemente por agua de manantiales y bofedales que se encuentran alrededor de la laguna. En algunas áreas hay emanaciones de aguas termales.

MAPA DE LA RUTA
Teníamos la idea de cruzar por donde marca la flecha roja, pero la arena seca se transformó en un lodo pesado que nos impedía pedalear. Tuvimos que buscar la orilla de manera urgente

CRONICA DE WALTER AMESQUITA
Esta es una de las rutas más largas y exigentes, por la tremenda bajadasa, por la altura y por el frío.
La salida, como es de ley, no se cumplió en lo que respecta a la hora, ya que el ómnibus llegó tarde y ya se veía el problema: no tenía parrilla, ni escalera para subir al techo.
Cuando llegó Jaime y ve la movilidad, se dio el primer colerón. Inmediatamente conversa con el chofer y le increpa el hecho de que el bus no tenía la suficiente capacidad ni parrilla para transportar las biclas. El chofer, todo orondo, le dice que podían ir en la bodega y que sí, él solo podía cargar las cletas, aunque no haya escalera para subirlas.
Jaime llama al dueño del carro y éste viene. No sé de las conversaciones que tuvieron: pero el hecho es que igual cargamos las bicis. Osea que el berrinche fue por las puras. Los más sapos cargaron sus biciosas dentro del bus.
Así es como salimos rumbo a Salinas entre risas, sueño y otras cosas mas, llegamos a la meta.
Descargamos con la ayuda de Dante (que es experto en este tipo de cosas) y después de poner a punto a las cletas iniciamos la travesía de la laguna.
En esta época, la laguna, de laguna sólo tiene el nombre porque está seca y la superficie polvorienta (polvo de sal) porque hasta remolinos habían.
Pedro nos llevó a un pozo de aguas termales, pero el problema era que no se sabía con exactitud la ubicación del lugar. Aquí, yo nuevamente comprobé algo sobre Pedro: que tiene una memoria topográfica de elefante, ya que mientras muchos que conocíamos el lugar, no nos ubicábamos, él, tranquilo y seguro nos llevó al punto, orientado por unas carrocerías de cisternas que por el sitio habían.
LLegamos, y lo que hace tiempo era un pequeño manantial con salida a la superficie, hoy es un pozo más o menos trabajado, lleno de agua termal que por lo frío de la zona, ésta se halla tibia.
Sacamos algunas foticos de esta gracia de la naturaleza y a regresar con la finalidad de cruzar el lecho de la laguna, para coger la carretera antigua que va a Puno. Aquí es donde muchos nos percatamos que una buena parte del grupo había defeccionado o desertado porque nunca llegaron con nosotros a este punto.
Tarea para ustedes: averigüen quiénes fueron.
La tarea de pedalear en este suelo, en apariencia seco, pero salitroso y pesado, fue muy cansada por lo arenoso, por el brillo del sol, por los remolinos y sobre todo por la altura.
Todo estaba bien hasta que, al querer seguir cruzando la laguna, empezamos a hundirnos en tramos en que había bajo la superficie una esepcie de salmuera que, inmediatamente, se secaba dejando una capa gruesa de sal en las llantas, cadena y especialmente en los frenos y piñones.
Pero ya estábamos en media laguna y aunque el punto por el cual deberíamos salir se lo veía a lo lejos, debimos hacer un corgte y tratar de salir lo más pronto posible ante la posibilidad de que el suelo estuviera mas fofo y poder hundirnos.
Yo vi unas huellas de carro y las seguí, pero la humedad del piso era demasiada y casi ya no se podía pedalear. Muchos me siguieron y tuvimos qus salir, ¡caballeros nomás!.
La superficie de la laguna parecía un tazón con leche y los pedaleros eran las moscas. Claro, porque cada uno trataba de salir por el sitio más seguro hasta llegar a la carretera que va a Ubinas. Es así que, todos, uno más tarde que otro, llegamos a la carretera para seguir la ruta de regreso.
LLegamos al desvío de Ubinas y Puno y nos reagrupamos. Empezamos la ruta y el viento de la tarde ya empezaba a jugarnos la pasada. Nos aguantaba haciendo cada vez más cansado el pedaleo. Poco a poco vamos bajando y bajando hasta que ya se podía ver el túnel.
En el camino vimos a unos gringos, dos patas y a una chica, pedaleando. No sé a dónde se dirigían pero estaban bien apertrechados con equipo para acampar (esto del ciclismo es una locura).
LLegamos al túnel, lo pasamos y a esperar a los "retrazados". Fueron llegando uno a uno, pero había uno, el de la camarita que nos hizo esperar más de la cuenta. El problema es que la hora avanzaba sin esperar y la tarde se nos venía encima.
En este punto se trató sobre la posibilidad de bajar por los cortes. Personalmente no le entro a estos caminos, pero Pedro me convence para hacer la ruta justamente por allí.
Empezamos a bajar, unos aventados, otros cuidando su integridad, los de aquí serenos y los de allá midiendo el terreno.
Yo también hacía lo mío cuando de pronto siento que algo me pasa de un salto: era el hijo de Alonso que más abajo al dar una curva, se encuentra con un montón de cenicero, se hunde la llanta y sale volando para caer de costado. Físicamente no tenía ni un rasguño, pero después, cuando el cuerpo se fue enfriando, ya no podía caminar por el dolor en la pierna.
Seguí bajando y pese a que nunca he hecho los cortes, por seguir a Pedro y Roberto, me meto en esos vericuetos y pagué la factura: tres leves caídas y de rodillas como pidiendo perdón.
Francamente que los perdí de vista ¡Qué bestias para bajar!. Yo seguía haciendo lo que podía, recordando la vez que me quedé solo cuando íbamso a LLuta y entonces veo a Roberto Perdido por ahí también como yo. Le pregunto pro Pedro y me dice que lo había perdido. Entonces seguimos junto a otros más que estaban por allí. El camino era una trochita para burros o vacas, creo por lo accidentado y lleno de matorrales, que bajaba del cerro hasta una pequeña torrentera, para luego subir y llegar a un reservorio. Esperamos a Roberto y no llegaba. a este punto sólo llegamos dos patas, Lucho y yo. decidimos seguir y así es como arribamos a Chiguata en donde ya estaban otros libando alegremente.
Al llegar al punto, Pedro todavía nos guapea y nos dice que debimos haberlo seguido. Inmediatamente le increpé su actitud en el sentido que yo quería empezar la bajada con otros para ir tranquilo, pero que él me alentó diciendo que tenía físico y que esperara para seguir con los demás. Le recordé que Jaime intervino diciendo que para qué me decía quedarme si es que me dejaría cuando él corte el camino por los atajos, a los que yo no entro.
Le pregunté por Roberto que estaba con él y que sin embargo no había llegado. Respondió que para qué se desvía pues, por qué no lo siguió.
Bueno, después de esta charla tan amena, Alfredo me hace llegar una negrita para la sed. Se armó el coloquio y poco a poco fueron llegando los demás. Hasta que por fin arriba Roberto y por lo pronto tranquilos todos. Al rato llegan Alonso e hijo.
Nosé si fue suerte o qué, la presencia de William con su pata en el lugar. Serían muy útiles al final de la jornada.
Quien nunca llegó a Chiguata fue Jaime, su hijo y otros que no recuerdo. No se sabía si es que estaban por arribar o que se habían pasado de largo a Arequipa.
La reunión estuvo muy alegre, charlatana y rociada por las chelitas.
LLegó la hora de partir. Cargamos algunas bicis en la camioneta de William. Alonso y su hijo lesionado a la caseta. Piernón, Lucho y yoni a la tolva.
Lo que me llamó la atención fue que, mientras dábamos la vuelta a la plaza para emprender el regreso, los ciclistas ya habían avanzado tanto que los alcanzamos en la subida para llegar al primer puente (chinchilicos) y esto que William pisaba el acelerador. Jalan nomás, ah?
Me sentí muy emocionado al ver a los patas seguirnos y más aún cuando salió la solidaridad: unos se agarraron a la camioneta, otros se agarraron de otros (como un número de circo) y así fuimos comiéndonos la pista. En media subida, alonso, que estaba en la caseta, toma la posta con no sé quién y empieza a pedalear.
Lo que casi me lleva a las lágrimas, fue ver a Pedro liderando la mancha, medio picotón como estaba, arengando al grupo ya por delante, ya por detrás, por los costados. Parecía la pista como navidad por los focos de peligro que casi todos tenían ya que la noche estaba sobre nosotros.
La camioneta delante y todos tras nuestro. Así llegamos por el corte de Miguel Grau a la ciudad. Tuvimos que bajarnos del vehículo por si acaso algún desubicado policía nos pediría documentos y el perjudicado sería William.
Bajamos por lugares casi a oscuras por la carencia de focos de alumbrado público y por otros en donde ya se notaba la pista. Pedro siempre dando indicaciones de seguridad, como un líder que se respeta.
LLegamos recién al colegio Juan XXIII en Miguel Grau y aquí se despidieron algunos, entre ellos Alfredo, que le llegó la invitación que le hice de mandarnos unas chelas más.
Los que quedamos seguimos por la bajada de Alto San Martín hasta llegar a la plaza Umachiri en Mariano Melgar y de ahí, hasta la Sepúlveda y asa asa calabaza....

FOTOS DE JAIME VIRRUETA
Al inicio, en el bus, listos para la partida.
En primer plano, Alonso a la izquierda y Fredy a la derecha.

Lorena y Mayrene

En el pueblito de Espíritu Santo nos detuvimos un momento para chequear que las bicis estén bien... pero todos aprovecharon para bajar y estirar las piernas.

El volcán Misti

Llegando a la cruz que está ubicada poco antes del túnel. Allí nos esperaba nuestro amigo "Cóndor"


Siempre hay una luz al final del túnel

LLegando a la Laguna de Salinas

Bajando las bicis para revisarlas y preparar la salida


El Volcán Misti y a su derecha el Chachani

El Caserío donde nos bajamos cada año. Igualito, no cambia nada

Caminando por donde antes estaba cubierto de agua. 


Sobre el lago mismo. Arena blanca, salada

Pedaleando sobre una costra de arena salada que crujía la paso de nuestras bicicletas. Muy buen momento


Encontrando el manantial de aguas termales



Uno de los muchos remolinos que se formaron a nuestro alrededor. Un bello espectáculo.



Un largo camino de regreso para llegar al túnel, donde empezaba el descenso a Chiguata. El túnel estaba a espaldas de esa montaña

Vista desde el túnel


FOTOS DE WALTER PONCE DEL CASTILLO
Preparando la salida

Empezando a llenar el bus

Grenny, Mayrene y Lorena

En Salinas, descargando las bicis

La Laguna estaba casi seca

Un momento en un manantial de aguas termales

Posando para la posteridad....

Algunos de los muchos remolinos que se forman constantemente

Y pasaron a lado nuestro


En el túnel, reagrupándonos antes de iniciar el descenso hacia Chiguata


Rafita ofreciendo comida a los ciclistas, quienes como zombies se acercan hambrientos....


RONY VELEZ Y CRONICA DE UNA FUERTE CAIDA
Bueno, sí, hasta ahora ahora esa ha sido la peor caída que he tenido, no la más dolorosa, pero si la más aparatosa y dramática, y con más lesiones en casi todo el cuerpo (rasguños y golpes leves). Y como se ve en la foto, sobre todo en la cara, que es lo que más me preocupó.

Definitivamente, ese no fue mi día!

Primero, mordi cámara, una vez ya empezado el descenso después del túnel.
Solo pensaba en ir rápido. Estaba ensimismado... gran parte de la culpa la tuvo "Couleurs" http://youtu.be/J7LbgB12RAM... jaja, me creó una atmósfera, me introdujo en una burbuja, no sé, pero esa pista inspira (ahora es cuando dirán: inspira para sacarte la "M"! Jeje bueno, si, quizá también) Inspira para muchas cosas creo yo, pero en ese momento, obviamente no pensaba ni quería "partírmela", simplemente me dieron ganas de... digámoslo así, "ir rápido" como dije antes. No preocupado pero si, interesado en llegar lo antes posible a mi destino, por sueño o hambre, o tal vez era solo una excusa.

Aunque, es curioso porque en ese estado sabes que solo puede haber dos situaciones, dos opciones, dos finales.

Una, es seguir en tu burbuja ayudado por tu fondo musical o lo que sea, disfrutar a tu manera ese momento, un momento ambivalente tal vez, pero en fin, dejarte llevar, y si, no pensando mucho en las cosas o "consecuencias", dado que estás en tu "burbuja", y terminar la jornada exitosamente.

La otra es hacer todo eso, pero siendo más consciente de que algo puede salir mal, de que el final puede no ser muy bueno. El final que me tocó.

El caso es que, en esa situación se produjo la caída. Sé que por algo pasan las cosas y justamente también me resulta curioso el siguiente hecho, y simplemente se dio así..

Ya íbamos a empezar el descenso con Dante, Almendra y yo, lo íbamos a hacer por uno de los cortes, pero le sugerí a Dante esperar un poco a los demás que se habían quedado unos metros atrás parchando la llanta de "miss Daysi", para que sepan que había un corte y si querían poder seguirnos. Entre esas demás personas estaba José Luis, "el Doc", y fue el único quien justamente nos dió el alcance para iniciar el descenso por el corte.

Dado que el resto tardaba en aparecer, decidimos seguir entonces solo los cuatro.

A lo que voy es que, si tienes un accidente, obviamente te sientes mucho más tranquilo si sabes que entre los que te acompañan se encuentra un médico que te puede socorrer de forma más profesional por decirlo de algún modo... Y como mencioné antes acerca de lo curioso que a veces resulta como se dan las cosas, es por eso que me resultaba imposible no tratar de relacionar el hecho de sugerirle a Dante que esperáramos a los demás, y que justamente fuese Doc el que se presentara!... en fin, a lo que algunos llaman coincidencias o casualidades!

LA CAIDA, tranquilamente pudo no haberse producido, no haber pasado nunca, pero...

Iba un poco rápido, noté que el terreno, a diferencia que en la carretera era un poco más "amigable", no estaba tan seco, suelto y polvoriento, y se prestaba para ir a la velocidad a la que iba, así es que, solo me dejaba llevar.

Saliendo de una curva, en frente mío, al lado derecho, a unos dos metros de distancia, sobresalían las ramas de un arbusto. Pensé: Sigo en mi carril y atravieso las ramas, ó las esquivo?... Las esquivo!! La decisión no es que haya sido mala, lo erróneo fue la forma en que lo hice, lo hice, como luego le dije a Dante y me dio la razón, de forma muy exagerada.

Si yo, en mi burbuja, en ese preciso instante, me aluciné un experimentado Endurero, que podía hacer una maniobra "cool" para evitar esas ramas y seguir como si nada!. Simplemente exageré mucho en el quiebre del manillar, perdiendo el control cuando la rueda delantera volvió a tocar el suelo, cayendo estrepitosa y directamente con la cabeza como único punto de primer impacto, dado que por lo rápido que sucedió, no me dio tiempo a poner las manos para aguantar el golpe.

El sonido fue bastante impactante, fuerte, seco!. Consciente en todo momento.

Si alguien se ha caído de forma más o menos peligrosa y repentinamente, sabe que te pasan mil cosas por la cabeza en milésimas de segundos.

Lo primero que pensé al recibir el impacto y escuchar el sonido fue: Adiós casco, ya se jodió o por lo menos se ha roto la visera!!, ya que caí con la frente. Lo siguiente fue: Shit, mi bici!! seguro se ha roto mi odómetro, o las palancas de cambios... el aro!!! ptm!

También iba pensando en las posibilidades y gravedad de las contusiones que pudiera tener. Todo esto, como dije, en milésimas de segundos, mientras iba sintiendo a la vez progresivamente el dolor y ardor de las heridas.

Tumbado, boca arriba, opté por quedarme casi quieto, tranquilo, pues sabía que detrás mío venían Dante, Almendra y el Doc, y por ese hasta entonces, casi imperceptible sensación de ardor en mi cara, prefería que otra persona me diga si tenía algo en el rostro y no tocarme yo, además tardaron menos de tres segundos en llegar. Mientras lo hacían escuche que Dante decía: ya se la sacó! -o algo así.

Tenía tierra en la boca y sabía que algo no estaba bien en mi rostro. Mientras veía como me miraban tendido en el suelo sorprendidos y un poco preocupados, lo primero que me interesaba, aunque con temor, era saber si tenía sangre en la cara, y eso fue lo que les pregunté.

- Tengo sangre en la cara?

Noté como tal vez costaba decir la respuesta, como queriendo que, lo que veían, lo que era, no fuese así. Pero finalmente la respuesta se dio.

- Sí

En ese instante me empezó a venir a la mente una imagen que me había creado a partir del relato de mi padre, cuando me contó su caída en bicicleta, en su juventud, también acá en Arequipa. Empecé a recordarlo, empecé a recordar que él salió despedido unos cuatro metros, que la bici quedó inservible, que lo encontraron inconsciente, con múltiples golpes y con el rostro ensangrentado. Con el rostro ensangrentado!.

Nunca lo vi, ni en fotos ni nada, pero desde que me lo contó, siempre tuve una imagen de aquello. Es por eso que al oir la respuesta, recordé todo eso y tal vez pensé algo así como, "la historia se repite"! Ja

Gracias a las gafas y sobre todo al casco!! es que no termine igual o peor. Ese fue un factor que hizo la diferencia.

En estos casos es cuando te das cuenta de la función que realmente cumplen todos estos implementos que llevas puesto, es cuando te das cuenta de que más allá de verte bien o no, los accesorios que te pones cumplen una función muy importante que es la de protegerte y en muchos casos salvar tu vida!

Si no hubiese llevado las gafas puestas, quizá me habrían entrado piedras y tierra a los ojos, sino hubiese llevado el casco puesto, quizá, ni siquiera estaría sentado escribiendo y contando todo esto.



VIDEO PREPARADO POR WALTER PONCE DEL CASTILLO




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