Pese a que la hora estaba programada, no se cumplió y salimos con 20 minutos de retraso. Bueno salimos 6 varones y una señorita: Andreita. La ruta la quería titular como: La ruta de Blanca Nieves y los siete enanos, pero al final, aumentó el números de ciclistas y ya no tendría validez el título. Pero la ruta estuvo plagada de situaciones jocosas desde la salida. Por ejemplo, Robert estaba acicalándose la cara con bloqueador y al verlo Polquitos, le pide un poco y empieza a ponérselo en los tobillos, pero parecía que lo estaba untando en sus zapatillas para que conservaran la blancura. Era como si echara albayalde (que así yo lo conocía) pero, Robert no lo conocía con ese nombre sino como Griffin (había sido fino el patita). Son las distancias que se dan entre dos generaciones.
Bueno, salimos con rumbo al grifo. Aire para las llantas y directo hacia el mercadillo del Cono Norte. Mientras nos apertrechábamos con agua, fruta y otros, nos dicen que estaban por llegar algunos ciclistas. En el camino encontramos a Grenny y en el camino se nos perdió.
FOTOS DE JUAN CARLOS GRADOS
Antes de llegar a Yura, en el punto que nos desviamos para tomar los cerros
Mona apanada....
Próxima parada: desvío de la carretera hacia La Joya. Aquí, cuando llegamos, tuvimos al primer despistado: Polquitos que se pasó de largo y a quien tuvo que hacer regresar Hans y traerlo de las orejas. Empezamos a correr por un sendero que nos llevaría hacia una mina, pero que realmente ahora es una cantera de agregados. No sé por qué es que tomamos una ruta que no era la conocida y nos fuimos por otra que de todas maneras también nos hizo extraviar. La idea era, recordando la primera vez que hicimos esta ruta, no dirigirnos por los cerros para no tener que bajar al cañón para volver a subir. Pero igual ocurrió: subimos y por los lomos de los cerros, faldeándolos, rodeándolos, trepándolos y nuevamente descendiéndolos, avisoramos una ruta que nos llevaría hacia El Paraisito.
La ruta hasta aquí era tremendamente arenosa, con ceniza que parecía mandioca. Habían trochas que se entrecruzaban y que, si no sabíamos como eran, no deberíamos de acometerlas. Pero, Jesús, según sus propias palabras, por dárselas de pendeivis, en el sentido de querer cortar camino por estas vías de harina,s e mete a un pozo de tierra suelta y, literalmente se enterró hasta hasta los codos. De la llanta delantera sólo se podían ver los cocos. Estaba totalmente enterrado. Lejos de que la situación fuera peligrosa, se tornó mas bien alegre y de joda con el ahora "Panza empolvada"( recuerden que él es el famoso "Lomo plateado") Salió de su fosa hecho un asco por la tierra que lo apanó y estaba listo para la fritanga como" Mono frito". Después de la risa, seguimos. Les recuerdo que ahora ya éramos 13. A partir de aquí y por un buen tramo, Héctor estaba muy desalentado, triste y preocupado. Era que él creía haber perdido su celular y quizo regresar a buscarlo. Qué iluso, dónde lo podría hallar. Le sugirieron que hiciera una llamada y al hacerla, le responden que el celu estaba en la casa. Más o menos se tranquilizó y así seguimos. Ahora era el turno de Juan Carlos (para quienes no lo conocen lo pueden detectar porque se parece a Gasparín, por la pelada, pero lo dicen Barbón, por la...). Dió una aterrizada en la tierra suelta quedando también apanado como pejerrey y listo para la sartén. Nuevamente la joda porque era un chiste verlo así.
FOTOS DE ELBER LAZO
Seguimos con un derrotero no muy seguro pero con la convicción que le pone Pedro a estas situaciones, que a mí, me hace sentir tranquilo por que sé que llegaré a puerto seguro. Así es como llegamos al lugar donde en la anterior oportunidad, Jaime rompió el desviador y casi como coincidencia, aquí también rompe el desviador Gerald (el otro vegetariano). Hubo un grupo de avanzada que fue a investigar la pòsible ruta a seguir, mientras que otros nos quedamos, ante la posibilidad de seguir la ruta ya conocida. El piña de Gerald, porque es la segunda vez que rompe el desviador,s e quedó arreglando y se demoraba tanto que, Andrea tuvo que ir a averiguar que era lo que sucedía. Los emisarios regresaron diciendo que habían encontrado la ruta. Después de auxiliar al piña, nos dirigimos a tierra firme porque Pedro conocía esta zona. Así llegamos a una geografía árida, arenosa y surcada por una serie de carreteritas que de lejos parecían sólidas pero de cerca, eran fofas. También habían huellas de motos y las seguimos. Así llegamos a lo que era un estanque para agua y tomamos una carretera que nos llevaría hacia la vía ya conocida para Quishuarani. Hicimos la bajada por el corte, que ahora ya está bien conservado, aunque no deja de tener sus peligros. Con algunos sustos llegamos al puente. Descansamos y nuevamente al pedaleo. Ya eran las 2 p.m. más o menos. No sé, pero me parece que la ruta está cada vez más arenosa y con el cansancio que ya estaba haciendo presa de nosotros (a mí por lo menos me estaba pasando la factura con mis acostumbrados calambres) sentíamos la pegada. Llegamos a la cumbre y de ahí, hicimos la bajada hasta La Joya. El orden de llegada fue así: Pedro, Mauricio, Polcos,J esús y Walter (yo). Los demás fueron arribando a pocos.
Al llegar, los encontré con unas negras de la que tomé parte también. Como la ruta merece, se tomaron fotos en el podium (compuesto por bancos). Felicitaciones para los tres primeros puestos y reconocimiento para los siguientes. Al final llegaron los demás (Robert había roto cámara) y los festejamos con los consabidos refrescos. Fuimos a almorzar, pero el servicio era muy lento. Lo que salió primero fueron los calderones (caldos), luego las habas para Pedro y un escribano para Juan Carlos. El arroz chaufa para Héctor se demoró demasiado pero no más que el lomo saltado para Mauricio. Pese a que el refresco que se nos sirvió, fue poco, Jesús haciendo siempre sus monadas se engulló dos rodajas de rocoto que le hizo ver a Judas calato. Pueden creer que ya no había refresco en el restaurante? Hicimos preparar una limonada con agua San Luis a la que también le dimos curso. Se pagó la cuenta y nos dirigimos hacia el ómnibus.
En la plaza había una fiesta, con orquesta y tabladillo incluídos. Algunos lugareños bailando y bebiendo sus chelas. La cantante estaba en su punto, si no en la voz, por lo menos en su físico. Con música chicha de despedida nos dirigimos a la empresa y lo hicimos con tanta suerte que cargamos las bicis al toque en la bodega (paraditas) y abordamos al bus. Ya todos saben como son estos viajes: cansados, somnolientos, calor, olores, etc. Finalmente arribamos a Arequipa y descargamos en la calle porque la oficina estaba cerrada. Cada uno a su casa y con la gracia del Altísimo,s in ningún percance.
P.D.Pedro también probó la medicina de la caída: se resbala en unas piedras al tratar de trepar el cerro y cae bajo la bici. Pero él, con su buen olfato, supo amortiguar la caída y mas bien, la tomó en gracia, tal como se puede apreciar en las respectivas tomas.
CHAU
Walter Amésquita - El Narrador de Cuentos
FOTOS DE WALTER AMESQUITA
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