La Punta de Bombón... playa... sol... Y pasamos un excelente fin de semana. Claro, no fue fácil porque nos costó llegar, pero lo hicimos y en esta oportunidad fuimos 22 ciclistas entre los cuales participaron 3 chicas: Andrea, Grenny y Cecilia, con mucho éxito.
Esto es lo que nos cuenta nuestro "Narrador de Cuentos":
RELATO DE WALTER AMESQUITA
Sin ser muy cachoso, esta salida fue así: una salida más para nosotros. Mentira, bien que nos ha costado llegar al punto. La ruta es una de las más exigentes de nuestro calendario e infaltable en la programación. Los que vamos, lo hacemos porque podemos (tenemos tiempo, físico y posibilidades; pero los que no, no será porque no pueden físicamente, sino por problemas personales que los tenemos que aceptar y comprender).
La salida fue casi a la hora. Lo hicimos en fila india como se manda para evitar situaciones de riesgo. Así es como llegamos a Uchumayo (será río de ají-en quechua- u 8 de mayo mal pronunciado-pòr la fecha de la batalla que se dio en este lugar?). Hicimos algunas compras para reponer el físico que ya se va gastando. Rápidamente proseguimos y después de la subida hasta el puente del ferrocarril (frente a la base que será del Dakar) empezamos a trepar la subida del 23.
Llegamos y tras una breve parada, acometimos la bajada hasta llegar al 48, en donde esquivando la balanza llegamos al devío hacia Mollendo. Tampoco paramos aquí y seguimos rumbo a San José. No sé por qué, pero me pareció cerquísima la distancia, y no como otras veces en que no llegaba y no llegaba. Bueno, ya estábamos en San José. Aquí sí se merece un buen descanso: a reponer fuerzas con un combatito, frutas, líquido y descanso. Ah, me olvidaba que el papá de Andrea traía en su roca nuestras mochilas. Eso fue un tremendo alivio de peso.
Arrancaron la ruta hacia la base de La Joya, Grenny y Cecilia (una chica muy buena en todos los sentidos positivos de la palabra) y nunca las vimos hasta que llegamos al Fiscal. La pregunta que muchos se hicieron fue: ¿Cuánto les habrán cobrado la jalada? No creo que haya sido así. La verdad, monda y lironda, es que jalan y tienen físico.
Arrancamos nuevamente rumbo a la base. Mi temor eran los calambres que siempre me acompañan pero que hasta ese momento no aparecían. Hicimos un equipo para ir a un solo ritmo sostenido y constante, cortando en fila el viento. Pero el problema era que, cuando Juan Carlos (Barbitas) se ponía muy pomposamente a cortar el viento, no sentíamos nada porque, "robusto" como es, qué podía cortar. Llegamos a la base y tras un descanso, nuevamente al pedaleo. Desde aquí, la cosa ya es de mayores proporciones por que sólo se ve a lo lejos, la pista que parece una cinta negra extendida en el inclemente arenal. Lo bueno que estaba un poco nublado y eso nos permitía avanzar más o menos frescos. Así es como llegamos a lo que fue estación del ferrocarril. Inmediatamente empieza una subida y dos tramos larguísimos en donde se puede ver en el horizonte como se pierde uno a uno. La técnica del corte del viento funcionó muy bien, porque nuestro equipo siguió y siguió. En el trayecto unos nos pasaban y nosotros hacíamos lo mismo con otros.
Finalmente arribamos al desvío de Cachendo, en donde Miguel estaba intentando bajar hacia Cocachacra, previa información arrancada a unos policías que estaban por ahí. Trató de animarme a seguir esa ruta, pero, cautamente, lo rechacé por eso de: "Más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer". Nos reagrupamos al inicio de la bajada a los túneles y soltamos los frenos y, libres al viento, bajamos a toda velo. A mitad de la bajada empiezan a darme los calambres, sería porque bajaba encogido o agazapado para evitar el viento. Los dolores en la pantorrilla, en los muslos, en los meniscos eran insoportables. Pero fue mejor sentirlos aquí y no en la pampa. Todo maltrecho llegué al restaurante junto con Andrea y Gerald.
Ya la gente estaba instalada en las mesas y el ambiente era de fiesta. Mientras llegaban los pedidos culinarios, Jorge se mandó con unas negras, que las puso en agradecimiento a los patas que le ayudaron a parchar (que fueron varias veces).
Al rato llegaron los potajes, al cual mejor en precios, cantidades, sabores, presentaciones; coloridos, sabores, pomposos y humildes (como el arroz con huevo). Le dimos buen fin al combo, una regadita con gaseosa y una pequeña sobremesa.
Lo que nos dejó un poco sorprendidos fue que, a un costado estaban una monjas dándose un atracón con unos platos caros y de los mejores de la carta. No recuerdo quién dijo: "Que ellas comían en nombre de Dios". Son cosas que a veces se presentan.
Con la panza llena, seguimos la ruta río abajo, pasando por Chucarapi, flanqueados por las plantaciones de la caña de azúcar que refrescan el ambiente.Nuestro siguiente arribo fue Cocachacra, a la que pasamos sin parar y así llegamos al desvío que va a Mejía y La Punta. Algunos se refrescaron con unas tajadas rojas y jugosas de sandía y después de esperar a Fermín, nuevamente hacia el puente y de allí hacia el pueblo.
El primer paso fue conseguir los pasajes de vuelta. Felizmente había cupo para todos. Luego el hospedaje, que para suerte nuestra, el dueño del hotel estaba cerca a nosotros. Conversamos y ya teníamos cuartos. Nos instalamos, dejamos las cosas y a la playa. Como muchos ya conoce, la llegada a la playa se hace por una ruta fresca, recta y flanqueada por árboles que mecen sus copas como queriéndonos saludar o darnos la bienvenida. El ambiente está nublado y un poco frío. Aún así nos bañamos y sentimos como el agua refrescaba nuestros calenturientos y cansados cuerpos. Rematamos la jornada con unas chelitas. Aquí quiero hacer un aparte: después de bañarnos y ya para salir, Alonso muy orondamente nos dice que él saldría con la ola más grande nadando. Bueno pues, la mencionada ola apareció, llegó retumbando y le da un revolcón al tiburón, que salió, sí, pero gataeando y revolcado. Alonsín, no estabas en tu tarde.
Cuando el sanguinolento sol se adentraba en las coloridas aguas marinas, como enterrando su globular cuerpo en una fosa líquida, algunas aves solitarias trazaban sus arabescos vuelos sobre nosostros, como posando para las fotos. Antes de que la oscuridad fuera total, decidimos regresar al pueblo. Después de un aseo, salimos en busca de un lugar donde poder comer. Unos se dirigieron por un lado y otros, por otro. Al final todos lograron su propósito. Nos reunimos en la plaza de armas en donde han armado un nacimiento con la iglesia matriz en miniatura. Muy bonita la estampa. Se destaparon algunos vinos y se brindó por el éxito de la ruta.
Después de varias botellas vacías, cada quien regresó a la posada a dormir en los brazos de Morfeo.
El despertar del día siguiente fue cansado y adolorido. Cuando ya estábamos listos fuimos a desayunar. Nos ofrecieron un caldo de pollo levanta muertos, ceviche, jugos, etc. Cada quien con su gusto, se mandó el papeo.
Regresamos al hotel y luego, unos al Cristo Blanco y después a BomBon y otros a la playa. El viaje a BomBon es por medio de una pista que a lo largo de su extensión, está acompañada de vegetación hasta llegar al pueblo de Catas. De aquí se sigue una pequeña senda y se llega a la playa. Bordeándola se llega al estuario, lugar donde el río Tambo, ese que pasa por el puente cerca del restaurante en el Fiscal, ese mismo ingresa al mar.E n esta oportunidad lo hace muy suavemente, porque todavía no llueve en la sierra. El lugar muestra una paz tremenda y en las calmas aguas, se encuentran descansando aves de todo tipo, a saber: pelícanos, pericas, gaviotas, garzas blancas, patos serranos, huerequeques, para mí, que también, habían tijeretas (eran los negros) y otras aves, a las que no podía reconocer por mis primitivos conocimientos ornitológicos.
Nuestra estancia aquí fue de los más placentera: a Hans lo obligaron a entrar en el río zapatos y todo, Jorge y Vannesa ingresaron al medio del lecho del río e hicieron una jornada de fotografía al lugar, Hans y Miguel, por su parte se dedicaron a capturar a un desubicado cangrejo rojo, hecho que lo consiguieron. Los demás admirábamos el placentero lugar, refugio de aves autóctonas y extranjeras.
Después de esta experiencia en la naturaleza virgen, iniciamos el retorno a Catas. Aquí encontramos un lugar muy ameno, acogedor y sobre todo fresco. Nos instalamos y viene a atendernos Carla, una chica lugareña muy pizpireta que inmediatamente nos atendió. Aquí daba gusto ver a los galanes de turno, como en sus mejores jornadas-ya pasadas por supuesto- apelar a sus mejores palabras, a sus más secretos piropos, a sus artes galanescas. Pero la chica en mención, impávida ella, estaba hecha a la guerra romántica. El guerrero más calificado para lograr tomar ese fuerte, era Javier; pero no hacía ni decía nada. Todos eran los más afanosos para que la conquista se dé, pero, nada.S eguía el plan de ablandamiento de la fortaleza a tomar con iguales consecuencias. Pero fue tanto el asedio que, el núbil (así lo presentaron a la damisela) bisoño guerrero, ante tanta insistencia, aceptó tímidamente asaltar el fuerte, hecho que lo consiguió pero con la ayuda de la misma Carlita, quien le dió una manito, para que corone con éxito su empresa. Circularon correos electrónicos y con un beso, como signo de rendición de la damisela, nos despedimos del lugar, no sin antes, adquirir los ricos alfajores de coco o manjar blanco. Nuevamente viene a mí otro olvido: Vannesa nos acompañó y fue testigo de excepción de lo que aquí ocurrió.
Regresamos y entramos BomBon. Unas fotos en la iglesia y a partir de nuevo. Aquí nuevamente se le baja la llanta a Jorge.
Ya estábamos en el hotel. Cambio de indumentaria propia para la playa y rumbo a ella. Aquí ya estaban ubicados desde la mañana, los que no nos acompañaron;pero que se perdieron esa jornada tan placentera. Desde este momento hasta la hora de regresar para abordar el bus, fue relajo, descanso, baño, juegos de cartas y etc. Cuando ya se acercaba la hora para el regreso, dijimos adios al mar y nos dirigimos al pueblo. Una vez llegados, nos aseamos y salimos tranquilamente hacia la empresa. La situación se nos presentó como anillo al dedo: había un ómnibus que estaba a punto de salir y vacío y se dio la oportunidad de poder viajar adelantando la hora. Fue así que cuatro pioneros se embarcaron con lo que aliviaron el cupo para nuestras biclas en el siguiente viaje. Llegó nuestro turno y a embarcar. En ese momento el ayudante nos dice que las bicis no pueden ser embarcadas porque no hay espacio en la bodega. La misma discución de siempre: pero nos han vendido el pasaje con las bicicletas más. Que no, dónde van a ir. Pero siempre las llevamos desarmadas. Que las llantas salen al toque. Pero el tiempo de salida ya se acerca. No importa, lo hacemos rápido. Así, hasta que sale la famosa filípica:s i pagan, puede ser. Cuando ratificamos que si vamos a pagar, San Ayudante, hace el milagro y nos dice las consoladoras palabras: entonces creo que si hay sitio o en todo caso, nos acomodamos, pero nadie se queda. Qué les parece. La ley de la oferta y la demanda.
El viaje de retorno un poco intranquilo. ¿Motivos? cansancio, dolor del cuerpo, somnolencia, calor, sudor, audio del video "Caballo de guerra" (que dicho sea de paso es una bonita película). Con todo, llegamos a nuestra tierra y al pisar el pavimento del terminal,las también infaltables palabras: "de nuevo a la realidad". Rápidamente a pagar por las bicicletas, porque San Ayudante estaba ahí, plantado y dudando del pago porque me dice que de repente nos vamos (seguramente con las bicicletas desarmadas, ¿no?). Salimos fuera del terminal y cada uno a su casa y de la mejor manera que pueda. Así es como dimos por terminada la jornada a La Punta.
FOTOS DE EDSON FEBRES
En San José
Una de las tantas pinchaduras que sufrió el colombiano
Terminó la pampa.... aahhhh! Y ahora bajas al Fiscal que nos espera el riquísimo Lomo a lo Pobre....
Después de dejar el pueblito de Santa María, nos dirijimos a La Punta
Para disfrutar.... y estuvimos allí....
Ellas también....
En la mañana del domingo. A los pies del Cristo Blanco.
La punta de Bombón vista desde las faldas del Cristo Blanco. al fondo el impresionante océano Pacífico
En la iglesia de Catas
Xavi señala la ola que viene desde el mar y que sobrepasa el agua que baja del río
Vanessa, novia de Jorge, el colombiano
Y nuestras novias.....
Mira!.. ese es un pelícano posero.
Muy confiado se acercaba a nosotros para que le tomáramos fotos
Con Carlita
En la iglesia de Bombón
FOTOS DE DAVID MENDOZA
Andreita
Grenny y Cecilia
Juan Carlos Grados, conocido como Barbitas....
Noche del sábado en la Plaza de La Punta, tomando algunas botellas de vino