Salimos, como siempre, desde la Av. Bolognesi en Yanahuara teniendo como primer punto de reagrupamiento, la Plaza Umachiri en Mariano Melgar.
Salíamos con destino a Cari Cari, un anexo que se encuentra ubicado varios kilómetros más arriba de Chiguata, pero no íbamos a ir por la carretera, sino, obviamente, por los cerros. Y como otras veces, no conociamos la ruta, nadie había ido antes, sabíamos que existía un pueblito llamado Cari Cari y sólo teníamos el mapa bajado de google.
No arrugamos y antes de llegar al puente que lleva a Chiguata, ingresamos a una trocha que nos llevaría a nuestro destino.
Calculamos unos 10 Km. de pura subida y asi fue, hemos pedaleado 9.5 Km. antes de llegar a Cari Cari. La trocha, además de lo pesado por ser subida, estaba arenosa lo que dificultaba nuestro desempeño. Menos mal que el clima estaba algo nublado, por lo que el sol no nos "cocinaba", pero el calor pasó factura porque todos estábamos sedientos y sudorosos.
LLegar a Cari Cari fue todo un éxito, el lugar es muy hermoso, lleno de andenerías y seguramente en época de lluvias el paisaje debe ser espectacular, por lo que nos prometimos volver, aún sabiendo lo que nos costará.
No había dónde reponer agua, dónde comprar alguna cosita para comer, así que el agua que teníamos la compartimos entre los compañeros. Igual teníamos hambre y sed.
Todo lo que sube... tiene que bajar. Así que luego de descansar en Cari Cari que fue el punto más alto al que llegamos, llegó el momento de bajar a Chiguata y literalmente bajamos... con una gran sonrisa en el rostro, disfrutando el paisaje, disfrutando nuestra bicicleta.
Entramos a Miraflores, un pueblo intermedio en donde la plza Principal está adornada por una sirena tallada en piedra. En medio de la sierra arequipeña había una sirena en la Plaza de Miralfores. Allí encontramos tienda y nos dimos el regalado gusto de comprar agua y pan.
Luego de un buen descanso, continuamos bajando embalados hacia Chiguata. Allí nos sentamos a almorzar, un buen caldo de lomo y con las fuerzas recuperadas, continuamos hacia Arequipa, satisfechos.
FOTOS DE NIELS VASQUEZ
RELATO Y FOTOS DE WALTER AMESQUITA
Dichoso nombrecito que, el domingo pasado lo oímos como cancha durante el trayecto. Sí pues, salimos a este pueblito un grupo nutrido de cleteros. La ruta es harto conocida hasta llegar al corte de Miguel Grau. Aquí más o menos nos alcanza un motociclista, todo él disfrazado que fue casi imposible reconocerlo. Era Diego, en una poderosa motocicleta quien nos alcanzó y acompañó. Pero se emocionó tanto que quiso seguir por una trocha con tan malos resultados que se atolló la llanta trasera y no podía salir. Algunos de sus más cercanos amigos lo alentaban, le daban consejos, pero no levantaban un dedo para ayudarlo a salir.
Ya casi para llegar al cruce de Chiguata con la carretera que viene de Jesús, es que nos alcanza. Hicimos un alto para esperar al resto y a Hans se le ocurre una buena chapa para Olger, al verlo sentado en una piedra, como que estaba calentándose con los rayos del sol. Lo bautizó como "vizcacha gorda" que, le cayó como anillo al dedo.
Seguimos hasta llegar al desvío que va a los chinchilicos y de ahí por una trocha, ascendimos un cerro, seguimos por una carretera arenosa hasta divisar Chiguata y otros pueblos aledaños.
El camino era cansado por lo seco del paisaje. Así fuimos trepando y avanzando hasta que nos pasan Alfredo y Alonso (este último pendeivis era el guía) muy orondos en una camioneta. Ante el reclamo de los sufridos pedaleros, tuvieron que bajarse y seguir por tierra. Pero como dicen: para pendeivis, hay un pendeivis y medio (en este caso eran dos) porque Hans y Mauricio, ni cortos ni giles, inmediatamente abordaron la camioneta y enrumbaron hacia Cari Cari.
Hasta aquí todavía estaba Diego en la poderosa moto. Un camionero que llevaba agregados nos dijo que Cari Cari estaba en el camino y que ya llegaríamos.
El calor, el polvo, el viento, el cansancio y la sed ya estaban haciendo presa de nuestros cansados cuerpos. LLegamos a una quebrada que alguna vez habrá funcionado como lecho de "lloclla" y descansamos, como siempre, esperando a los que estaban retrasados.
Reiniciamos la marcha y trepando, trepando, es que llegamos a Cari Cari. El pequeñísimo poblado no es la gran cosa ya que no había más de cuatro casas. En lo que funge de plaza sólo había el local social, un ambiente de PRONAMAH y un poste tirado que nos sirvió como asiento.
Cosa rara en este sitio había un caño con agua fresca a la que casi todos la calificaban como agua potable. Los alrededores del pueblo estaban plagados de pequeñas chacras con plantaciones de tomillo, muña, romero y otros. Desde aquí se podía ver a lo lejos el pueblo de Cachamarca al que llegaríamos siguiendo la carretera pedregosa y serpenteante.
En este trayecto algunos se desviaron o se perdieron porque al llegar a Cachamarca ellos no lo hicieron hasta mucho tiempo después. Descansamos en la placita que es muy bonita porque tiene una iglesia antigua con campanario minúsculo incluido. A un costado hay una arquería con el fondo del Misti. Pero, lo más interesante es una pileta en la que hay una sirena pétrea que está como dando la bienvenida a los visitantes.
Era muy raro que no hubiese una tiendita para poder conseguir agua o algo para comer y reponernos del cansancio. De pronto aparece una señora a quien preguntamos sobre una tienda y muy presta nos responde que sí, que ella era la dueña y que la sigamos. Así fue y nos dimos un banquete con panes del lugar, galletas y gaseosas.
Después de recuperarnos, seguimos rumbo a Chiguata por una carretera, siempre en mal estado, pedregosa, con tierra suelta y con muchas curvas, porque estábamos bajando. Seguimos hasta llegar a lo que fue el cauce del río, lo cruzamos y llegamos a una cuadra de la Plaza de Chiguata. Seguimos hasta instalarnos en una picantería.
Algunos almorzaron, pero todos nos refrescamos con las negroides. En este momento entra a talla Juan Carlos, un pata nuevo que se autobautizó matriculándose con una buena cantidad de chelas. La reunión estuvo amena en su punto y muy bien regada. Pero el grupo lo sentíamos que estaba incompleto... sabíamos que Vlady se retiró antes que nosotros, alguien faltaba.... Después de pasar lista, descubrimos que los grandes ausentes eran Andrea y Gerald el vegetariano. Salimos del local a tratar de averiguar su paradero y el alma se nos vino al cuerpo cuando los vimos a la entrada de Chiguata, seguramente esperándonos o viniendo a alcanzarnos. Nunca vinieron ni nos esperaron. El tema dio para conversar abierta y tendidamente.
Así, luego de una reunión entre risas, bromas, tomaduras de pelo, nos retiramos a Arequipa vía corte por Miguel Grau..
Chau
Al fondo, en la parte central, se encuentran los eucaliptos que marcan el lugar donde tenemos que llegar y hasta allí son 9.5 kilómetros.
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