Huanca es un distrito de Caylloma y está situado a unos 93 Km. al noroeste de Arequipa, pasando por Yura.
Huanca se encuentra ubicado sobre los 3,000 m.s.n.m. y el clima es similar al de Arequipa, aunque, obviamente, más frío. Sus principales atractivos turísticos, entre otros, son la Fortaleza de Sonccoquilla, el Santuario del Señor de Huanca, el Lagarto de Huanca, etc.
RELATO DE HECTOR BALLON
El sábado partimos 11 ciclistas rumbo a Huanca, el bus nos dejó en el ya bien conocido desvío hacia el volcán Nicholson. Desde ese momento fuimos presa de un verdadero enjambre de mosquitos, por suerte eran simplemente mosquitos y no zancudos así que sus picaduras parecían un tanto inocuas, devoramos raudamente los primeros 11 Km. pues es básicamente una larga bajada con la esperanza de dejar rezagados a los susodichos mosquitos (tarea nada fácil). Después de una pequeña parada de reagrupamiento iniciamos nuestro largo suplicio que sería la constante del resto de la jornada, por un lado la altura aumentaba lenta y paulatinamente lo que tornaba la atmósfera más enrarecida y por otra parte el sol calentaba más y más fuerte y a medida que subíamos el cañon se hacía más estrecho lo que disminuía la posibilidad de alguna brisa que mitigue el calor. Ya para mediodía estábamos acostumbrados a la compañía de los mosquitos.
La ruta a Huanca ha sido mejorada, ahora gozamos de unos 25 Km. de de pista asfáltica nueva, lamentablemente sólo se han limitado a realizar el asfaltado y no fue previsto que en temporada de lluvias el cauce seco se transforma en algo tormentoso y por eso la pista en grandes sectores ha sido terriblemente dañada, lamentablemente la pista no durará mucho...
Así transcurrió el día y siempre al terminar una larga subida aparecía nuevamente otra, fueron en total casi 25 km. de subida y cerca de las 2pm divisábamos el imponente nevado Ampato. Poco más tarde, después de cruzar una planicie de pequeñas lomadas llegábamos, cerca de las 3pm, a divisar el pueblo de Huanca y sus verdes cultivos, hicimos nuestro ingreso al pueblo en forma conjunta y todos nos alojamos en un sencillo y barato alojamiento que nos proveía la habitación a 10 soles, como también era restaurante en el primer piso pasamos el resto de la tarde recordando las anécdotas del día.
Grupalmente se tomó la decisión de conseguir una movilidad que nos facilitase la salida de Huanca, después de indagar con la empresa de transporte concluímos que la mejor alternativa era un camión recolector de leche Gloria que partía aproximadamente a las 5pm y así lo realizamos al día siguiente. A las 4.30 de la madrugada saliamos del alojamiento y nos dirigimos a la salida del pueblo para esperar al camión de leche. El camión pasó con una precisión envidiable y en menos de 10 minutos las bicis estaban encima de los porongos de leche. La larga subida de unos 15 km. incluyendo una pampa de otros 5 km (total 20 km) los realizó el camión en 1 hora, así que después de un pequeño desayuno iniciamos nuestro recorrido.
Eran las 6.20 am, estábamos en el punto más alto, eran unos 3,590 m.s.n.m. y el frío no era nada despreciable, procedimos a iniciar el rapidísimo descenso completamente abrigados y protegidos, después de 15 Km. hicimos una parada para quitarnos algo de ropa y nuevamente seguimos con el descenso, era una delicia tomar las curvas a una velocidad promedio de 30 km. por hora; lo que el día anterior nos había tomado casi toda la mañana, ahora lo hacíamos en 63 minutos, hicimos otra parada al final de la bajada y desde ahí iniciamos el largo y lento retorno hasta AQP.
DIA 1
Este primer día se recorrió 60 km. parte trocha, parte asfalto viejo y asfalto nuevo. 3 pinchazos y 1 mordida.
DIA 2
En total fueron 75 Km el segundo día. Sin incidentes mecánicos.
Fotos proporcionadas por Héctor Ballón
Al fondo el impresionante volcán Ampato
Huanca, hermosa vista desde el mirador
RELATO DE FELIX AROTAYPE
Saludos MTBikers:
Conforme con las rutas programadas del mes de Julio, el 28 y 29 esta el viaje al distrito de Huanca (Caylloma) y eso es lo que se ha realizado.
El sábado 28 nos dimos cita a las 06.30 a.m. en las inmediaciones de la Clínica Arequipa, para abordar nuestra movilidad que nos llevará hasta 8 ó 9 km. de Yura camino a Huanca. La movilidad se presentó unos minutos tarde, los viajantes que en el prinicipio éramos 8, luego se convirtió en 11 porque Héctor, Jesús y Olger hicieron su aparición de improviso y la movilidad, tipo combi, resultó casi chica, pero superamos el impase.
Cargamos las bicis, entre bromas, conversaciones, llegamos a unos Km. más allá de Yura, eran las 1/4 para las 08 horas, allí nos esperaban unos indeseables, malévolos y diminutos anfitriones invisibles: los mosquitos vampiro. Conforme nos "calateábamos" éramos víctima de estos chupasangre gratuitos y al que agarraron de "puerquito" era nuestro amigo Gerald, que contaba con pantaloneta corta y recibía las primeras "chupaditas" que luego vendrían más picaditas. Gerald parecía donante de su líquido vital a los mosquitos que en verdad eran molestosos.
Partimos raudos a eso de las 08 y 30 de la mañana por la carretera afirmada, una brisa algo fría nos pegaba en la cara, la mañana era fresca en ese paisaje semidesértico que mostraba signos que por allí también cayó algo de lluvia en la época lluviosa que tuvimos en enero, febrero y algo en marzo. Pedaleamos 13 Km. entre rectas largas, bajadas y cuestas pequeñas, cuando llegamos a un pequeño oasis, donde había unas chacritas y allí también nos esperaban los diminutos hemotófagos.
Una parada especial para avituallarse, el sol ya quemaba, en el firmamento de las alturas se divisaban nubes como para decir ¡no vaya a ser que llueva!, pero conforme avanzábamos dichas nubes iban desapareciendo. Partimos por una vía afirmada algo ya ligeritos, un par de kilómetros, luego empalmamos a una vía asfaltada, avanzamos cuesta arriba entre 10 a 12 kilómetros por hora hasta llegar al "gran chaparral" un pequeño caserío semiabandonado, de donde salieron a recibirnos unos canes. Hasta allí llegamos Gerald, que sus muslos parecían cernidor por las picaduras de los mosquitos, Walter (Guau), Berly y el que escribe estas líneas, donde esperamos un buen rato a los demás que iban llegando poco a poco.
Reunidos ya todos, después de saciar el hambre, la sed, descansar, un poco la pregunta de algunos era: dónde comienza el verdadero calvario, o sea, la cuesta que tanto se había comentado en el trayecto. Pues estábamos a punto de iniciar esa cuesta, para algunos era su primera vez, pero para otros como Pedro era su tercera o cuarta vez. El comienzo es suave por una angosta carretera asfaltada, conforme uno va avanzando se hace más pesado, pero pedaleable: 9, 10, 11 km/h no estaba mal, hasta que se acaba el asfalto, en donde comienza la carretera trocha en zig-zag, allí sí se sintió la pegada de la altura y el cansancio. Estuvimos más o menos a unos 3,600 m.s.n.m., el viento, la brisa fría, eran típicos de las alturas.
LLegamos a la parte más alta donde terminaba la cuesta temida. Eran aproximadamente 13.30 horas, Jesús que se había embarcado en una camioneta por agotamiento, se había adelantado y posiblemente ya estaría en las cercanías de Huanca, eso era bueno porque cuando llegamos a Huanca estaban listas las habitaciones, el agua para asearnos en su punto, no estaba tan gélida como pensábamos, los platos de tallarines con pollo y Jesús estaba "algo cansado", por haberse tomado su siesta.
Bueno, sigamos narrando la travesía. LLegamos al final de la cuesta donde todos nos reagrupamos, estábamos en la parte de donde se divisaba la parte norte del Chachani desprovista de nieve, una parte del Misti, el Pichu Pichu ¡Qué espectáculo!!. Más abajo estaba la ciudad cubierta de un manto gris de smog (claro desde este lugar no se apreciaba Arequipa). Una vez todos en la cima, se aprecia dos cerros muy peculiares: uno que se parecía al cerro baúl que queda en Moquegua aunque pequeño, otro al que estábamos a sus pies mirando con detenimiento, de la parte norte se parecía a un seno de una quinceañera... jajajaja (no lo vayan a tomar mal, eh?)
Desde allí partimos descansaditos por una ladera hasta llegar a un lugar de donde se divisaba una parte del nevado Ampato, pero pasamos de prisa porque comenzaba una bajada, pero al frente se veía una subida larga. Para el cansancio que traíamos algunos, esa subida era un calvario de no acabar, pero superamos aunque algunos empujando sus cletas. Arribamos esta vez al lugar que parecía un mirador, de donde ahora sí se podía apreciar el nevado del Ampato en toda su expresión, aunque el sol que reflejaba en nuestro rostro no nos dejaba ver a plenitud ni tampoco hacer una buena toma fotográfica. Una parte de la andenerías de cultivo de Huanca ya se apreciaban en esas encrucijadas quebradas.
En la parte norte estaba el Ampato, por ahí nomás estaban el nevado Hualca-Hualca, Sabancaya, al este está patapampa y al sur Arequipa con sus nevados tutelares. En la parte oeste comenzaban quebradas, cerros desérticos que se perdían en el horizonte ante el reflejo del sol, la carretera de bajada también se perdía hacia el oeste, por la ladera de los cerros provistos de cactus también llamados "sanccayos" que eran bastantes.
Pedrito y compañía ya habían bajado unos minutos antes, que seguramente nos estaban esperando en la cruz del mirador de Huanca. La carretera es sigzageante, con curvas pronunciadas, con muchas piedrecillas, guijarros cortantes pero emocionantes si uno sabe dominar la bici y con el panorama que se veía era fácil perder el control. LLegamos donde nos estaban esperando el grupo, unas fotos de rigor con fondo el pueblo de Huanca situado en una pequeña meseta verde en especie de "V" acorralado por dos ríos, donde sus aguas formaron un cañón por donde discurren, para luego juntarse en la parte baja.
Desde allí ya era cerca, pero teníamos que seguir bajando por una carretera en mal estado pero pedaleable. En una de esas Pedro que bajaba rápido para el precio y "muerde" cámara, la cual arreglamos pronto y seguimos. Curvitas van, vienen, pasamos un puente, un letrero que decía "Santuario Señor de Huanca a 2 km". Mientras los demás ya habían llegado y nos estaban esperando en la entrada donde había un arco grande como todos los distritos cayllominos las tienen.
Total pedealeamos 62 km. hasta Huanca, llegando a las 16.30 horas aproximadamente, todo en equipo, tal y como debe ser el espíritu del grupo. si alguien se mandaba sin parar, posiblemente habría llegado a las 13.30 horas o a las 14.00. Para conocer los sitios arqueológios de Huanca, habría que ir con movilidad de apoyo o en todo caso en bus hasta la parte alta y bajar pedaleando, porque hay mucho que conocer, según "el Pepa" Pedrito, quien ha ido a Huanca en una oportunidad anterior.
Saludos
Félix "El Cóndor"
Fotos proporcionadas por Berly Ydme
Altura del desvío al volcán Nicholson, preparándonos para emprender una exigente ruta
De izquierda a derecha: Gerald, Pedro, Jesús, Jaime, Walter, Rafael, Olger, Héctor, Berly, David sentado delante, tapándose la cara, Félix
De izquierda a derecha: Jaime, Rafael, Walter, Félix
De izquierda a derecha: Rafael, Olger, David
El Team Inter y al fondo el pueblo de Huanca
Plaza de Huanca
RELATO DE WALTER AMESQUITA
Hola cleteros, aquí van las reminiscencias de la ruta a Huanca.
Respecto a la pista, ésta claramente se clasifica en cinco categorías que poco a poco las iré describiendo.
Salimos once ciclistas y, como siempre, sin respecto a la hora, que si fuera así, ganaríamos tiempo que lo aprovecharíamos para descansar más o para llegar más temprano al destino. Pero parece que a muy pocos les importa el sentido de la hora.
El primer tipo de pista es la que conocemos todos de Arequipa a Yura, bien asfaltada. A partir del desvío al volcán Nicholson hasta el oasis (que es un puente al lado de una pequeña torrentera con vegetación y un río que apenas se dibuja), es de carácter afirmada con greda, que permite no haya polvo. Desde el desvío mencionado hasta aquí, la ruta es bajada y un tanto fría por la velocidad. LLegamos al puente y nos preparamos para subir, porque, ciertamente, la ruta es pura subida. Desde aquí se puede ver la serpenteante pista muy bien cuidada ya que es de reciente uso.
Bueno, empezamos la pedalera hasta llegar al desvío que va a la cantera y hacia Huanca. La ruta es suave porque suave es la pendiente de la pista. La geografía está formada por cerros aún con vegetación verde y el lecho del río salpicado de unos matorrales llamados "yaros". Así sigue la trepada por un cañón que se va cerrando poco a poco hasta a veces, sólo ver la pista, el cerro y la "lloclla" que ha dejado el río. Hay tramos carreteros que están destruídos por el avance del agua, que prácticamente se ha "comido" parte de la pista. Me imagino cómo habrá sido la fuerza de la entrada del río. El hecho es que estos destrozos están ahí, sin que la autoridad competente haga algo.
Seguimos así hasta llegar a una especie de pueblo fantasma con una minúscula iglesia, casas abandonadas, que curiosamente tienen un color rojizo. Aquí descansamos y esperamos a los "retrasados", léase paquetes. Era momento de alimentarnos para recuperar, pero la mesa también estaba servida para miríadas de mosquitos que empezaron a servirse generosamente, especialmente en la persona de Gerald, a quien le sacaron el ancho.
Nos reagrupamos y luego de prepararnos para seguir dejamos el lugar. Seguimos trepando y aquí ya la cosa es seria, tienes que subir hasta no sé dónde y no sé hasta cuándo. La ruta no es en zig zag, sino, pequeñas curvas interminables hasta que se acaba la buena pista y empieza otra a la que le falta la capa asfáltica por el uso y abuso que le han dado, y que ahora sólo tiene la capa de hormigón que hace a la vía aceptable. Cuando teníamos oportunidad de mirar hacia arriba, sólo veíamos la carretera que sigue en subida hasta unas altísimas cumbres.
De pronto, detrás nuestro y a lo lejos aparece una camioneta que poco a poco nos estaba alcanzando. Llega a nuestro lado y qué veo? a Jesús bien sentado en la tova y sarcásticamente haciendo la finta de tomarnos fotos. Casi me hago jalar, pero me decía: así no vale, si los otros van a llegar, por qué yo no? (los otros eran Pedro, Jaime, Cóndor, etc., osea paquetes). No la cosa es llegar por tu esfuerzo. Ahora, quien no puede... normal, que llegue como pueda, nadie se va a molestar. Así seguimos dale que dale y la bendita carretera interminable y subiendo y subiendo, hasta que se termina y empieza la trocha que está en buen estado porque la usan a diario.
Unos estaban adelantados, otros en el medio y algunos atrás, pero ¡Oh! maravilla!, Berly que estaba atrás aparece a pocos metros de una camioneta que raudamente nos pasa enterrándonos con el polvo. Era increíble ver cómo llegó fresco como una lechuga y sin un ápice de cansancio. Debe ser la fuerza que todo ciclista tiene dentro.
Bueno, así es como nos reagrupamos en la parte alta, donde pensábamos inocentemente que era el fin de la cuesta y que ya teníamos que rodar fácil para llegar al pueblo. Craso error y vanas nuestras ilusiones. Muy contentos porque estábamos completos, tomamos un buen descanso. En este lugar hay un pequeño eucalipto.
Empezamos lo que parecía la bajada tan ansiada, pero nos desengañamos, porque había de todo: bajadas, subidas, pampas y más subidas y sobre todo dos que a lo lejos parecían tener más de 45º de inclinación, difícil de subir pedaleando, pero una vez allí, las hicimos con mucho esfuerzo. La carretera se extiende mucho para poder descender al pueblo y por lo difícil y caprichosa geografía tiene que seguir las sinuosidades de los cerros que cobijan a la todavía lejana Huanca. Así es como se llega a un mirador que está en una curva, al costado derecho nuestro está el cerro, a nuestras espaldas hay un promontorio rocoso con una cruz; al frente se observa el imponente volcán Ampato, cubierto casi en su totalidad por la nieve y que reverberaba con un brillo argénteo. Siempre al frente, se veía claramente la zona donde se haya Talla (pueblo que cobijó a los compañeros que no pudieron arribar a LLuta en una travesía anterior, en el 2011) y la carretera que lleva a LLuta. Mirando ese paisaje, recordaba lo que me ocurrió en aquella oportunidad. Bueno, desde este mirador se ve el pueblo ansiado en una tremenda quebrada en donde se distingue claramente una cancha y la plaza. Lo rodea una campiña muy hermosa y verde. El pueblo está casi al pie de un cerro pétreo que parece lo acunara o en todo caso, lo vigila, porque, según el historiador Petrus (Pedro), ésa fue la función que le dieron a esta mole: vigilar, desde su cumbre, las posibles incursiones de pueblos invasores. Después de extasiarnos con al vista y de sacar algunas fotos, empezamos a descender por la estrecha carretera, teniendo cuidado con las piedras que casi nos hacía perder el control de la bicla. Así es como bajamos y seguíamos bajando, vuelta tras vuelta, siempre rodeados por pequeñas chacras y eucaliptos.
Llegamos al fondo del valle y cruzamos un cantarín río de aguas cristalinas para emprender una última cuesta que nos llevaría por fin a la meta. Llegamos a un mirador y descansamos esperando a los demás. De aquí se podía ver el desvío que llevar hacia El Señor de Huanca, que es un lugar de peregrinación.
Llegaron todos e hicimos el ingreso oficial al pueblo. Felizmente Jesús que había llegado muy temprano en la camioneta, ya había separado hotel y ordenado prepararnos el almuerzo. Nos instalamos, cada quien con su cada cual. No sé si fue casualidad o el destino, pero sólo quedaba una habitación matrimonial que a falta de otra, la tomaron Pedro y Jaime. Bajamos a almorzar ya con Jesús que había dormido la mona, pero no con la mona. Nos servimos un potente tallarín con pollo que nos hizo revivir. Mientras algunos asentaban el almuerzo con las negras, otros fuimos a pasear por los alrededores. Así es como nos va cayendo la noche con nuestra preocupación: cómo hacemos para salir al día siguiente, si pedaleando (lo cual para mi y para otros era una locura por las 3 ó 4 horas de subida) o en carro (lo cual para los otros más era locura porque querían salir pedaleando los 20 kilómetros de subida que salen del pueblo).
Se acordó salir en carro, pero en qué carro? Hablamos en mancha con el chofer del ómnibus que pasaba a Taya y LLuta para que nos sacara hacia el eucalipto que mencioné antes y medio que aceptó, pero no nos daba ninguna seguridad. Al momento llegó un camión lechero a cuyo chofer abordamos y le planteamos la posibilidad que en la mañana nos llevara. Aceptó, la hora 5.00 am. Bien, con el trato cerrado fuimos a conocer el pueblo, la iglesia, muy antigua por cierto, con algunos santos en sus hornacinas y sobre los cuales nos pusimos a adivinar sus nombres. Así seguimos haciendo un tour city y llegamos a la fábrica de queso que estaba cerrada pero cuyo olor a queso nos llevó directo a ella.
Gente no había mucha debido a que, según nos dijeron, estaban en una fiesta que había organizado la Municipalidad. Fuimos al lugar guiados por el sonido de la música y llegamos a un local amplio, completamente vacío de gente en donde sólo estaba el disjokey andino y una ruma de cajas de cerveza. En este momento, Pedro, que estaba un poquito calentón por el rompebuche (pisco) que se había mamado en una tienda para bajar lo pesado del papeo, se le ocurre ir a buscar a un amigo. Vamos y coincidentemente vivía en el lugar donde estaba estacionado el camión lechero que nos sacaría al día siguiente. Toca la puerta y sale su amigo,se reconocen, se saludan, nos lo presenta y a boca de jarro el dice que esperaba libar unos tragos con él. El amigo ni corto ni perezoso aceptó. Bueno, algunos se quedaron y con Jaime me regresé al hotel. No sé qué hora sería que llegó Pedro, hablando en tono alto que hizo que nos despertáramos. Dorminos y al primer canto de gallo ya estábamos preparando las biclas para la salida.
Así lo hicimos y fuimos al punto de espera al camión, pero por las calles traseras del pueblo, ya que no queríamos ser descubiertos por la PNP, pues nos dijeron que podían castigar el delito de llevar a personas en un carro lechero, y "picar" al chofer para dejarlo tranquilo. Efectivamente, a la hora pactada llegó el vehículo, cargamos las bicicletas y rumbo a la salida. Ya instalados sobre los porongos con leche, vimos cómo los lecheros se desenvolvían en su chamba: uno que sabía exactamente qué porongo numerado debía dejar en la vera del camino y rápidamente recibir el porongo con leche que el pasaba al vuelo el otro lechero y así por toda la ruta. Entre bromas de doble sentido, los que estaban parados nos decían que dos porongos vacíos estaban sentados sobre dos porongos lleno de leche.... que aprovecháramos la oportunidad de estar sobre porongos llenos de leche para llenar los nuestros... y así otras bromas....
Hacía bastante frío, pero estábamos alegres y conversadores. El cielo oscuro estaba tachonado de estrellas. Para los que nunca han visto un cielo así, es difícil imaginárselo. Con qué claridad se mostraban las estrellas, la constelación de Orión, Venus, etc.
Ya estábamos coronando la salida del valle y otra vez vimos el Ampato, pero en otra faceta: de madrugada, medio rojizo por los matinales rayos del sol naciente que tímidamente acariciaban sus nieves. Francamente, para mí, el hecho de estar así, apretujados sobre los porongos, helados por el frío como pollos en el nido, hacía que me embargara una emoción de hermandad que hacía olvidad cualquier atisbo de malos entendidos entre nosotros, si es que los hubieran. Lo que no entiendo es cómo fue que nuestros porongos rebosantes no se abollaron con los otros porongos metálicos que también estaban llenos, con tanto va y ven y samaqueadas durante el trayecto. A insistencias del Cóndor, casi apoyado por Héctor, fue que tuvimos que bajar del camión antes de llegar al eucalipto que fue nuestro punto de referencia. y donde habíamos acordado quedarnos. Nos bajamos y nuevamente otra sorpresa: los tortolitos Jesús y Berly decidieron seguir el viaje hasta Arequipa en el camión, cada uno por motivos personales. Ni modo, así es la vida, cada uno hace lo que mejor le parece y a nadie le tiene que molestar.
El camión se pierde en el horizonte y los que nos quedamos comimos algo, nos preparamos para la bajada y a bajar se dijo.
Lo que hicimos de subida con tanto esfuerzo, ahora lo hacemos en un santiamèn y a ojo cerrado. ¡Qué tal bajada! Nos comimos la trocha, esquivamos algunos vehículos y piedras sueltas, nos ovillamos en la bicla para evitar el cortante viento frío, nos asustamos en las curvas porque de improviso aparecían los carros y así es que fuimos desandando lo andado hasta llegar al pueblo fantasma, Nos reagrupamos, comimos algo y después de un descanso nuevamente seguimos bajando hasta el oasis. Una vez aquí nos quitamos la ropa de abrigo y con una nueva muda de ropa apropiada para la pedaleada que todavía nos quedaba, seguimos. Ahora nos toca subir (aunque no tan pronunciada) hasta llegar a Yura. Recalamos en el restaurante de Shirley (la musa de Pedro y Héctor), pero con tan mala suerte que no se encontraba. Sólo nos dieron la bienvenida los mosquitos que se banqueteaban con nuestra maltrecha humanidad. Después de que algunos comieron y otros se sirvieron unas chelas, seguimos el viaje hasta Arequipa. Nos despedimos y asa asa cada uno a su casa.
Chao.
Fotos proporcionadas por Walter Amésquita
Miren!! allá hay otro mosquito.....
Espectaculas montaña donde se encuentra ubicada la fortaleza de Sonccoquilla
A las 6.00am descendiendo del camión lechero
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