Abril 21: Los Saltitos - Los Tunales

Los Saltitos es un clásico en las rutas del Team Inter.
La zona de Los Saltitos está ubicada en el margen izquierdo de la Vía de Evitamiento, a la altura del cementerio Jardines de Arequipa y siempre es una ruta muy agradable. Ayer no fue la excepción.


         









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Abril 14: Cataratas de Capúa

Las Cataratas de Capúa están ubicadas en el distrito de Yura, a 37 Km. de la ciudad de Arequipa. Para llegar a las mismas cataratas, hay que hacer un recorrido caminando por el agua, por un tiempo de 30 minutos aproximadamente. Pero el esfuerzo vale la pena.



Reagrupándonos antes de bajar a la estación donde dejaremos las bicicletas al cuidado de algunos compañeros.

El inicio del cañón. Las paredes estás forradas de una especie de musgo que gotea agua constantemente por la humedad del lugar.











La caída del agua fría generaba mucho viento, pero igual la gente no se resistió a darse un buen chapuzón

Hola!!! aquí estamos...

El agua caía con gran fuerza y arrastraba pequeñas piedrecillas que golpeaban nuestra piel





Regresando a la estación para reunirnos con los compañeros que nos esperaban al cuidado de las bicicletas







Como siempre, al fondo los poseros del Team queriendo llamar la atención

Inicialmente la idea era regresar por la misma ruta, pero surgió la opción de explorar una ruta nueva a la que prestamente nos dispusimos a seguir.

El inicio de esta nueva ruta fue muy auspicioso, el hecho de hacer montaña pura nos estimulaba, pero más adelante nos dimos cuenta que las pasadas lluvias había hecho muy dificultoso el camino




En muchos sectores el cañón era muy estrecho, pero el problema estaba que el suelo era muy arenoso y no se podía pedalear







Finalmente, salimos a la altura del cementerio de Yura. Tuvimos que caminar en muchas partes lo que nos cansó más que si hubiéramos pedaleado de continuo. No obstante, estábamos contentos por haber conocido otra posibilidad.



Distrito de Yura

Un buen caldo de lomo... para levantar un muerto

Y por supuesto, un par de negritas para recomponerse en un grato ambiente de camaderia


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Abril 07: Cruz Blanca de Cabrerías










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Marzo 28: El Colca

Durante mucho tiempo tenía la inquietud de ir a conocer el Colca, pero me detenía el presupuesto. No tenía idea de cuánto me costaría, pero me decía: debe ser caro!. Por ser una zona muy comercializada, tenía la idea que debía ir con bastante dinero.
Pero, no fue así. Decidimos ir a conocer el Colca por el margen derecho del cañón. Normalmente todos los turistas van por el margen izquierdo, quisimos hacer algo diferente y realmente vale la pena. La gente que vive en la zona es muy amable, no está acostumbrada al paso de muchos turistas (porque, repito, la mayoría pasa por el margen izquierdo), pero se nota que en si mismas existe ese espíritu de servicio propio de la gente que no está envuelta en el torbellino de las grandes ciudades.

Nuestro agradecimiento a la Sra. Pastora Tutocayo que en Lari nos atendió a pedido de rey, preparándonos la comida que nuestro gusto nos pedía.
Igualmente, al Sr. Juan Galdos, dueño de un hotel en Lari que nos dio todas las facilidades para alojarnos y los que no alcanzaron cupo aquí, fueron guiados a unas casas vivenciales donde obtuvieron hospedaje. antes de partir de Cabanaconde, él nos dio una breve reseña del lugar contándonos algunas historias y anécdotas.
Finalmente, a Robert Abril, del hotel LLahuar Lodge que a pesar de nuestra breve estadía nos atendió como si fuéramos potentados rompiendo la billetera.

A continuación, una crónica de nuestro viaje relatada por nuestro compañero Héctor Ballón.

CRONICA RELATADA POR HECTOR BALLON
Aventura hasta el fondo del cañon
DIA 1: Arequipa - Patapampa - Chivay - Lari
Iniciamos muy temprano nuestro viaje con destino al Cañón del Colca. Prácticamente la mayoría se la paso sin dormir pues todos nos reunimos entre 3:00 y 3:30 am; sin embargo, no faltaron quienes preferían seguir con Morfeo... cuando ya eran 4:00 am y ya el grupo incluido el chofer pugnaba por partir y ya con el motor sobrecalentado de tanto esperar, llego el último ciclista -cuyo nombre dejaré en el tintero, pero... le dicen Vito– diciendo: “pero para qué iba a llegar temprano, pues como todos llegan siempre tarde”... bueno, pasado ese incidente todos nos acurrucamos lo mejor que podíamos en el bus pues el frío aumentaba conforme ganábamos altura. 


Llegamos a Patapampa, 4,850 msnm, a las 6:30 am, hacía frio, tal vez a 7º y caía granizo, y después de armar las bicis seguimos a Félix (el Cóndor) quien nos guió por un antiguo corte que hoy en día luce cubierto por ichu y yareta. Este camino abandonado termina a la mitad de la carretera que conduce a Chivay. Ahí es cuando paradójicamente coincidimos con Jesús y Alonso que venían desde Arequipa en movilidad propia.
Luego el descenso por la pista de asfalto no tiene mayores incidentes salvo que el paisaje nos obligaba a seguir  “el ritual“ de parar en cada recodo para tomar otra foto, pues, parecía que cada vista era mejor que la anterior.


Ya en Chivay, nos reunimos en la Plaza e inmediatamente nos trasladamos el mercado donde procedimos a desayunar. Habíamos recorrido poco más de 32 km y ahora teníamos que parchar las llantas pinchadas y éste sería el Karma que nos tocaría vivir durante 3 días.



Alrededor de las 11 am, después de quitarnos el exceso de ropa que nos habíamos puesto para combatir el frío en Patapampa, de las bromas, de la rutina de los parches y de revisar nuestras bicicletas, al fin podíamos iniciar nuestra travesía rumbo a Coporaque. Pocos minutos después encontramos "un corte" rumbo a Coporaque que nos permitía una maravillosa vista del cañón y de los pueblos situados al margen izquierdo del río, pero cuando la vegetación y las pajas se hacían cada vez  más frondosas y el camino se convertía en intransitable, los elogios iniciales que recibió el corte pasaron al olvido y silenciosamente procedimos a caminar y cargar la bicicleta por los matorrales.



Cuando llegamos a Coporaque nos dividimos en grupos, unos preferían descansar, otros merendar y la mayoría procedió a ingresar a conocer la iglesia. Rápidamente nos reagrupamos y enrumbamos a Ichupampa, en donde Vito en plena plaza y enfrente de féminas procedentes de varias universidades de arquitectura de América del Sur y Centroamérica nos deleitó con una cómica y realmente tonta caída (dos días después, bajando a LLahuar, se reivindicaría con una verdadera caída y su correspondiente despellejamiento propio de un biker). Como ya se imaginan y conociendo todos del uso de shorts por parte de Vito, el arbolito de navidad (por lo de la bolas de adorno), quedó totalmente expuesto.


En esta parte del recorrido solo nos detuvimos para tomar fotos al puente colgante y luego hicimos una brevísima casi  minúscula parada en las ruinas de Uyu Uyu. 





Luego en Lari nos dividimos en dos grupos,  11 en el hotel de la plaza y 5 en una casa hospedaje.
En la noche, por invitación de la Sra. Pastora, dueña del restaurante que nos dió la alimentación y del Sr. Galdos, dueño del hotel, asistimos a misa de Semana Santa en la llamada Catedral del Colca. Posteriormente, salía una procesión, pero ya nosotros preferimos ir a acostarnos y prepararnos para el día siguiente.




DIA 2: Lari - Cabanaconde
Después del desayuno, el dueño del hotel nos invitó unas tunas y no dio una pequeña charla de algunos lugares de interés. Se procedió a visitar una casa inca y luego enrumbamos raudamente en dirección de la  Laguna Encantada de 3 colores (durante el dia) y de 7 colores (durante el año) y al pasar cerca de una recua de acémilas, éstas se espantaron. No quedó del todo claro si se debía a nuestra extrema velocidad o a la impresionante imitación de su rebuznar por parte de nuestro querido amigo Rafael.


Bueno, después de deleitarnos con la colorida laguna, ahora nos esperaba una larga subida hacia el Mirador del Cóndor, al cual llegamos un poco tarde para ver estas  aves pues ya eran casi las 2pm. Extrañamente, mera coincidencia supongo, recuerdo que Félix (nuestro amigo más conocido como "el Cóndor") me dijo momentos antes que hasta aquí nomás los acompaño porque tengo cosas que hacer y se regresó con destino a Chivay. Y 10 minutos después, un majestuoso, misterioso y solitario cóndor hacía su aparición...




Del Mirador hacia Cabanaconde es simplemente unos 10 minutos de una zigzagueante bajada de asfalto que no representa mayor pericia ni experticia, especialmente cuando uno la realiza protegido por un colchón de airbag en la camioneta de Jesús a velocidades cercanas a 110 km por hora escuchando the victory is yours alone in a burning heart .... pues como dice “ Survivor”  en el código de los guerreros no existe rendición.
Ya en Cabanaconde, rápidamente nos reunimos mejor dicho nos dividimos en dos hoteles de la plaza y se procedió  a visitar el mirador. Después de deleitarnos con el paisaje la decisión del grupo era clara y evidente: todos ansiábamos descender a lo más profundo del cañón.



DIA 3 (SABADO DE GLORIA): Descenso a LLahuar
Tal y cual lo habíamos decidido el día anterior, a las 7:15 am ya nos encontrábamos todos lavados y planchados, prestos a iniciar el descenso. Después de las correspondientes bendiciones de parte del grupo que se retiraba a Arequipa, de 17  bikers sólo quedábamos 10 para continuar la ruta.



Iniciamos el vertiginoso descenso el cual personalmente realicé a una velocidad promedio de 25 km por hora, velocidad tan absurda que me gané el gracioso apelativo de Miss Daysi, mientras que Gonzalo Málaga y Mauricio Virrueta poseedores de frenos de discos protagonizaban una peligrosa competencia contra los  V-brake de Pedro Villena y Vito Ochoa. Miguel, conocido como La Pálida, se quedó mas pálido que nunca por haber sido descalificado de esta competencia por haberse presentado con unos pedales antireglamentarios, los cuales había adquirido el día anterior en la ferretería de Lari. Es que en el primer tramo, uno de sus pedales sufrió una fractura y en Lari tuvo que comprar lo que pudo para proseguir camino.
La recompensa al fondo del cañón era un tibio baño de agua ideal para mitigar los dolores de las cansadas articulaciones, si bien algunos pensaban que la adrenalina dejaría de fluir, se equivocaban pues los que estaban posicionados en la baranda derecha del camión que nos remolcaría cañón arriba, saben que durante 1 hora experimentamos el vértigo de los 4Gs propios de las más sofisticadas montañas rusas, pues no dejábamos de admirarnos de no haber sufrido bajas que lamentar en el recorrido de descenso en tan estrecho camino.
Lo único que ahora restaba era rompernos la cabeza para resolver el  acertijo de cómo acomodar 10 bicicletas y 20 aros en una estrecha bodega del bus de regreso a Arequipa. Al final lo hicimos con 4 soles más de sobreprecio.
Héctor Ballón

FOTOS COMPARTIDAS POR CESAR DEL CARPIO
































FOTOS COMPARTIDAS POR DAVID MENDOZA
 


Camino a Coporaque, por un "corte teórico". El camino fue más largo pero valió la pena por el paisaje


Entrada a Coporaque



En el Mirador de la Cruz, poco antes de ingresar a Lari













Preciosa vista desde el Mirador del Cóndor



Desde el Mirador de Ichachiwa (creo que así se llama) en Cabanaconde






Correctamente uniformados.... ja!

Loquillo!! vamos a los baños termales...

Regresando de las pozas...







De vuelta a Cabanaconde, prepararnos para almorzar y embarcarnos en el bus de regreso

CRONICA RELATADA POR WALTER AMESQUITA
Viaje a Cabanaconde vía Chivay y anexos
La salida tuvo buenas vibras desde el saque debido a que, la movilidad ya estaba en el lugar a la hora pactada. Los ciclistas empezaron a llegar poco a poco y así fuimos cargando las biclas. Pedro, con la experiencia que se maneja, decía que esperemos a los últimos posibles viajeros para completar el presupuesto de la movilidad.

Algunos comentaban que la hora era la hora.

Efectivamente, gracias a la espera es que llegaron hasta tres ciclistas más. Bueno con las cletas acomodadas, es que arrancamos la aventura. Casi todos conocen la carretera hasta Patapampa. En el trayecto, Jaime cobraba el pasaje cual cobrador de combi porque pedía que se pague con sencillo. Cóndor (alias Félix) parece que hizo cambiar su billete en una iglesia o que había asaltado a un mendigo, porque sacó y pagó con puro sencillo, pero de céntimos. Jaime, callado y resignado, recibió el ripio y así fuimos cancelando el pasaje.

Durante el viaje se comentaba sobre la soberbia del cóndor y, Félix sintiéndose aludido aparece en su asiento con la cabeza pelada que emulaba a la del ave en mención. Tuvimos que reconocer que era igualito a sus ancestros volátiles (por lo voladores) y fue bautizado como pichón de cóndor. La movilidad devoraba los kilómetros y kilómetros hasta que llegamos al mirador de los volcanes y allí nos bajamos a insistencias del cóndor. El lugar estaba siendo tapizado por una pequeñísima nevada que hacía presumir lluvia, vientos y el recuerdo de la borrasca de hace dos años en que la precipitación nos sacó el ancho y el angosto desde Tuti, pasando por Canocota hasta llegar a Chivay, como pollos ateridos de frío.

Bueno, después de arreglar el equipo y verificar nuestras viciosas (llámese bicicletas),empezamos a pedalear a manera de soltar las piernas. El frío se hacía sentir, aunque el benigno sol también hacía presagiar su presencia. Nos deslizábamos por una pista más o menos cuidada con pequeños tramos averiados por las lluvias hasta que llegamos al desvío que nos llevaría a Chivay. Aquí ya se planteó una disyuntiva: seguimos por la pista o vamos por el corte que el Cóndor nos recomendaba. Pero ya se sabe en qué terminan las sugerencias de él. Concluímos en que seguiríamos por el corte, que era nada menos que la antigua carretera a Chivay. Efectivamente aún quedan trazos de la vía, aunque en mal estado pero bicicleteable para nosotros. Así fuimos faldeando el cerro en bajada mirando al frente la carretera asfaltada que parecía un cinturón que sujetaba las faldas de los verdes cerros. Habían muchos bofedales cuyas aguas estaban congeladas y al pasar sobre ellos se quebraban como vidrios.

La bajada era larga y en tramos muy cañera. Sólo Héctor y Rafi bajaron por la pista. Al final arribamos a la pista y a esperar a los pisteros.Ya saben quien se calatearía? Muy bien, así lo hizo Vito de quien tuvimos que observar sus magras carnes, su pobre musculatura y su casi inexistente respeto (mentira Vito, tú eres un Charles Atlas.). En esos momentos pasan raudamente Alonso y la Mona, este último manejando el bólido, quienes sólo nos saludaron. Cuando llegaron los "retrasados", reemprendimos el viaje y la bajada.

En el fondo de la quebrada ya se avistaba la apacible Chivay y al fondo de los cerros, los otros pueblitos, tan famosos como Coporaque, Ichupampa, etc. Algunos tomaron otro corte y bajaron, pero los más, seguimos por la carpeta asfáltica hasta llegar a nuestro destino. Fui el primero en llegar (fuera de jamón) y encuentro a Alonso junto al simio chofer que estaban guardando la camioneta. Nos dirigimos al mercado para comer algo. Allí es donde arriba toda la mancha y a comer se dijo. Hubo de todo en el variado y andino menú: calde blanco de alpaca (y que no me venga la tía a convencerme de que era carne de cordero), lenteja con olluquito, tallarín con arroz, una fritanga de carne pero no sé de qué, y para tomar: mate de hierbabuena para la pesadez del estómago. También había para los vejetes (vejetarianos) jugos, frutas y mates. Después de llenar el buche (no lo digo por el Cóndor,sino por todos) es que salimos a la calle y nos encontramos con que era una vía peatonal, que así lo había decretado el Alcalde por Ordenanza Municipal.

En esa calle han colocado, en unos pedestales, unas esculturas en fibra de vidrio o por lo menos en un material muy fino y colorido, las representaciones de bailarines de las danzas costumbristas del lugar. Eran como doce más o menos. Pero lo que destaca del hecho es la figura de Ciro, quien se perdiera en el nevado Bomboya, el de la chica Rosario, el hijo del doctor Ciro padre, el que lo encontraron cadáver. Ya se ubican? Bueno él. La figura está bien realizada. Bueno el hecho es que la calle en mención tiene su pinta y colorido. Ya serían la 9 a 10 de la mañana y los nenes seguían no sé que haciendo por que no se animaban a empezar el pedaleo. Y la hora estaba transcurriendo.

A fin se animaron a partir y así lo hicimos. Cruzamos el puente inca, trepamos por la pista empinada que nos llevaría hacia la pista de aterrizaje. Cuando llegamos, el radio de Pedro se volvió loco llamando a Jaime y diciendo que aún estaban en Chivay y no sabían por dónde salir. Jaime empezó a dar desaforados gritos diciendo que esperemos. Esperamos y a lo lejos lo vemos venir. Llega y previa llamada de atención con sus respectivos ajos y cebollas, condimentó nuestra apurada partida. Y nos lanza una filípica ¿Están apurados? e inmediatamente, su pobre bici sale disparada con dirección al suelo (que culpa tendría la pobre). Era cierto, porque teníamos que haber sacado pasaje para el regreso en Chivay, pues así lo habíamos planificado, pero no sólo eso, sino, que siguiendo la premisa de nuestro grupo, no podemos partir si no tenemos la certeza de que todos lo hemos hecho juntos, es decir que no falte nadie y en Chivay se habían quedado Pedro, Victor y Gonzalo por algunos problemas mecánicos. Tomó su litio y después de calmarse y al haber llegado los dque faltaban y previa arreglada del desperfecto de una cleta seguimos el viaje rumbo a Coporaque.

Lo hicimos por la pista de aterrizaje que en los tiempos de MACON (Consorcio Majes) era utilizada por los grandes inversores. En el trayecto, Cóndor mete su pico y nos sugiere un corte para llegar a Coporaque. Como siempre, algunos dicen que para que nos desviamos de la ruta y otros, que es mejor descubrir y aventurarnos. Hicimos el desvío, que realmente fue bueno, por los paisajes que se vieron, por ejemplo, un hotel debajo de unos farallones al pie del río. Una cosa de locos. Así seguimos por la trocha recontra llena de matorrales, piedras, arena agua. El sol a esta hora estaba en su cenit y por lo tanto nos estaba achicharrando. Llegamos nuevamente a la pista y a descansar. Llegaron los demás y después de un reparador descanso, reemprendimos la ruta.

Es menester indicar que el paisaje que se mostraba al frente, era de una verdura enervante por los matices del verde andino. Donde posábamos nuestra mirada encontrábamos diferentes combinaciones del verde vegetal. Mirando hacia la parte baja del cañón, se podía ver la carretera que lleva a los diferentes pueblitos de la margen derecha (en bajada) y que culmina en su primera parte, en la Cruz del Cóndor. De nuevo al pedaleo con rumbo al pueblo de Coporaque que, realmente, no estaba tan lejos, pero debido al inclemente sol, la llegada se hacía muy sacrificada y cansada. Casi tiro la toalla (perdón, el timón) pero me rehice y sacando fuerza llegué a la plaza junto al resto. Descansamos e ingresamos al templo. Los interiores son casi parecidos: un altar principal, algunas hornacinas desvencijadas con unos santos decoloridos y pacientes, el púlpito de madera esperando al sermoneador. Los altares laterales adornados con pinturas mestizas y el techo, en este caso de calamina, porque está restaurado. Estando en el santo recinto, escuchamos una música muy pegajosa interpretada por el Nene Malo (o así se llama la canción?) Decidimos averiguar el origen de la movida música y fuimos a la parte lateral del templo. Estaba lleno de chiquillos lugareños a quienes los hacían bailar unas esplendorosas y bonitas chicas, que por el lugar, no eran oriundas sino que eran provenientes de la UNSA, quienes estaban haciendo acción social. Hasta aquí nada anormal su presencia, pero de pronto irrumpe en la infantil ronda, un pro simio e imitador como es este espécimen, se pone a saltar y a dar voces desaforadas, tratando de entonar la letra de la canción. Y hasta casi se atrevió a tomar del talle a una de las núbiles estudiantes universitarias. Bueno, esta acción sólo la pudo hacer el valiente Jesús. Después de ver sus simiescos pasos danzarines subimos a la torre o campanario, desde donde se tiene un vista completa del pueblo y de sus alrededores. Después del chongo, seguimos la ruta hacia el siguiente poblado: Ichupampa. La vía es trocha que exigía mucho cuidado por lo mal conservada que está y así es como fuimos acercándonos poco a poco al pueblo de nuestro destino. Todo el trayecto se lo hacía por entre chacras, algún ganado vacuno y asnal.

La Pálida comentaba sobre unas tumbas colgantes que estaban bajo el puente Sifón. Hacia allí nos dirigimos los que habíamos llegado a este punto y después de caminar por una vereda en bajada llegamos al puente en mención y, efectivamente, después de acostumbrar la vista al lugar bajo el puente, vimos como si fueran unas grandes colmenas, unas colcas (y no tumbas como alegaba Miguel) que seguramente fueron ubicadas allí debido al frescor de las aguas del río que funcionaban como naturales frigideres para conservar los alimentos en ancestrales tiempos. El aprendiz de arqueólogo nos desinformó. Regresamos al punto donde estaban las biclas y durante el camino encontrábamos a los demás que recién estaban bajando a ver las colcas. Los esperamos y una vez reunidos, nuevamente reiniciamos el pedaleo rumbo a Ichupampa. Al llegar, directamente al templo y encontramos a otro grupo de chicas y chicos en su ómnibus. Algunos de ellos estaban bajando las retorcidas graderías de acceso al techo del monumento religioso. Nosotros subimos y nos apoderamos de las cúpulas que techan el local. Nuevamente tuvimos la oportunidad de ver la majestad de estos lugares casi virginales. En una parte de la bóveda exterior, se podía ver una piedra de Huamanga que funciona como vidrio para iluminar con la luz solar el recinto interior.

Cuando nos acomodábamos para partir vimos que a los estudiantes, quienes estaban acompañados por gente de Colombia, Venezuela y centroamérica,se apresuraban para formar cola y así recibir su refrigerio consistente en un arroz con pollo. Nosotros estábamos creo que a punto de pan, líquido y alguna fruta desde las 9.00 en que desayunamos. Cuando ya partíamos,Vito, el de las calateaderas, monta y se engancha en los tirantes de su mochila y se mete un soberano chancacazo y cae al costado del ómnibus y frente a las atónitas comensales, que casi se atragantan por el susto; pero no por la caída en si, sino más bien por la posición de las calancas del accidentado que se encontraban en V.

Seguimos el viaje directamente a Lari. Ya las fuerzas empiezan a pasar factura y así es como seguíamos el viaje. El camino es el de siempre: matorrales, eucaliptos,arena, trocha, piedras; pero había una contrapartida: el paisaje que en su alegría de color, relieve, vegetación y plantíos nos iluminaba la vista y solazaba el espíritu. Algo gracioso nos ocurrió en el trayecto: de pronto nos sale a ladrar un perrillo, un cachorro, a Jaime y a mí, pero no le dimos la más mínima importancia hasta que nos sale al encuentro el perrito bravísimo, negro él, cual azabache que trataba de alcanzarnos y tal vez destrozarnos entre sus agudísimos dientecillos de leche. Salimos disparados ante las pretensiones criminales del cánido y después del susto, vemos al fondo, en la falda del cerro, un corte que casi me hace desmayar, la silueta de una subida muy empinada. ¿Todo eso teníamos que subir? Francamente, otra vez la desilusión. Empezamos a trepar y la carretera se hacía como una S pero alargada, porque subíamos y subíamos no sabíamos hacia donde hasta que encontramos la curva y nuevamente a regresar pero en otro nivel, para nuevamente llegar a la otra curva (en este caso, la última) y después de darle y darle vemos una cruz en la cima del cerro, lo que nos alegró mucho. Ya casi para arribar al punto, vemos a otros patas que ya habían coronado la cima y estaban al pie del Santo madero (pero en esta oportunidad era de cemento). Descansamos observando la margen del frente y nuevamente venía a mí, la frescura de los sembríos, el arrullo del profundo río que serpenteante discurría por entre peñascos, apenas besando sus pulidas fases y horadando milenariamente el profundo lecho del geológico cañón. Aquí hacía un tremendo viento frígido que calaba los hue... y también los huesos. En la cruz había una inscripción latina en la que se podía leer:"O CRUX AVE" que a mi mediano entender significa: "La cruz te saluda".

LLegaron todos y nuevamente hacia la meta. Así llegamos a Lari que se vanagloria de su templo muy bien conservado y muy bien proveído de santos, cuadros, altares, luz, torre con campanario y muchas cosos más y que por ese motivo se le llama:"La Catedral del Colca". Arribamos a las 5 pm más o menos. El hotel ya estaba separado por gestión de nuestro Coordinador Jaime y la comida también. Nos instalamos y después de un baño con agua caliente, fuimos a devorar un reparador caldo de viernes, con choros incluidos y hasta una pizca de cau cau. De segundo,un tallarín con pollo y agua por toneles.Ya la noche se avecinaba y fuimos a dar una vuelta por la iglesia. Francamente que este local si que estaba bien conservado. Tenía todo en su lugar. Incluso, había misa y la gente asistió en cantidad. El cura sí que se las traía, en el sermón les dijo que esos días son de Dios y que no se debía de comer, sino guardar celosamente el ayuno y hasta les advirtió: ¡nada de sexo! ¡Pobrecitos!. Mientras meditábamos en la lacónica prohibición, sentimos unas notas corales que nos hicieron imaginar a los grandes conciertos en Versalles con la filarmónica de Viena: unas voces angelicales que elevaban cánticos sacros. Cuando se nos pasó el arrobamiento caímos en la realidad:era la señora Pastora, la dueña del restaurante que nos atendió quien emitía esos canoros gorjeos. Acabada la misa salió una procesión con banda y todo y lo pintoresco del caso: un varón cargaba una tremenda cruz (esto ya es en serio) detrás de la Virgen y de Cristo Yacente; pero solano .¡Qué tal aguante del pata!. Bueno, fuimos invitados al convite que ofrecía el mayordomo o alferado de la fiesta pero nuestros cuerpos masacrados necesitaban reposo. Ya en el hotel, siempre se presenta el bicho de la bebida espirituosa. Se aparecen con dos botas de vino y a beberlas se dijo. Se agotaron, como todo en la vida y chancha de por medio, se me comisiona para conseguir otras. Ya las calles estaban oscuras, pero la luna tímidamente trataba de rasgar el velo de la nubes que la cubrían. Así es como voy en pos del licor (bebida de los dioses) pero me doy con la mala noticia: ya no hay. Compré solo una y raudamente al hotel. La pobre botánica fue exprimida en un santiamén. Seguidamente asa, asa, calabaza, cada uno a su cuarto. Los ambientes estaban agradables y acogedores. Felices sueños.

Al día siguiente, a tomar desayuno, un suculento plato de avena,unos panes con queso y café. Algunos desayunaron un suculento caldo blanco con pollo. El grupo enrumbó hacia la laguna de colores y lo que no ocurre con ningún turista, aconteció con nosotros :fuimos hasta las mismas orillas. Nos llevó el dueño del hotel de Lari quien nos explicó cosas referentes al lugar, como que las aguas cambian de color hasta siete colores durante el año, que la laguna tiene la forma del Perú y etc, etc. Después de casi beber en sus aguas, por la cercanía, el grupo siguió la ruta. Ahora había que bajar hasta el río, crusarlo por un moderno puente hasta alcanzar la orilla opuesta y empezar a trepar, trepar y trepar hasta que las fuerza den. La subida es francamente fuerte y empinada. Calculo que se la hace en unas tres horas, si no me quedo corto hasta el mirador, que no es ni la mitad hasta llegar a Pinchollo. La camioneta con Jesús al volante y Alonso de copiloto alcanzó a los sufridos pero férreos pedaleros en el mirador frente a Lari. Allí algunos subieron al vehículo junto a sus biclas. Alonso montó el "caballo" (la bicla) de Rafi, y después de amansarlo un poco, arrancó rumbo a la Cruz del Cóndor. Así es como arribamos al famoso mirador de donde la camioneta regresa a recoger a los ciclistas que estaban trepando todavía. Los alcanza y los recoge. En el interín, Pedro, desesperado como siempre por arribar al lugar de destino, decide seguir sin esperar a los demás. Tuve que sacrificarme y quedarme solo a esperar a la camioneta. Ya la gente del mirador: vendedoras, policías, visitantes y personal de Salud se estaban retirando. Francamente que una cosa es estar en el sitio con gente que se apretuja por ver a los cóndores, pero otra, es estar sólo y la camioneta no llegaba y los cóndores volando en círculos y el viento soplando. ¿Quién a estado solo en un lugar así? Muchas gracias por la experiencia.

Finalmente llega otro grupo. Ahora yo decidí junto a Alonso seguir la ruta mientras llegaba el tercer grupo. Así lo hicimos y seguimos por una muy buena pista en mejores condiciones. Al frente nuestro estaba la cadena de montañas en donde pereció Ciro. Estábamos extasiados observando el panorama cuando al dar una curva nos encontramos de improviso con un pequeño hato de vacas y un toraso, que al sentirnos gentilmente se hicieron a un lado hasta que las sobrepasamos, pero de repente sentimos unas pisadas tras nuestro que casi nos alcanzaban. Volteamos a ver de qué se trataba y vemos que el bendito toro no estaba persiguiendo y ya alcanzando. Ahí sentimos que teníamos la famosa corbata michi que te pones en estos trances, cuando estás asustado. Hemos pedaleado como locos y esto que era bajada hasta que nos distanciamos de la bestia. Con el susto encima llegamos al mirador de Tapay. Vimos el pueblecito al frente, pero en una tremenda hondonada. Seguimos la ruta y al fondo, frente a nosotros, divisamos una carretera que en zig zag sube un tremendo cerro. Ahí se nos fue lo bello del lugar, la hermosura de las montañas nevadas y más bien se nos vino la idea de trepar tremendo cerro. Así, ya resignados a lo que se nos venía, al dar una curva se nos presenta de sopetón Cabanaconde, en una explanada muy bien cultivada. El alma se nos vino al cuerpo. Ya con más alegría pasamos por unas construcciones modernas y medio futuristas por el diseño, que no era otra cosa que el futuro museo de la Momia Juanita. Un poquito más de esfuerzo y arribamos a Cabanaconde, en cuya primera tienda encontramos a Pedro y a otros más, muy plácidamente mamándose una negra.

Llegaron los demás y enrumbamos al hotel. Nos instalamos y previo baño, fuimos a almorzar. Serían las cuatro de la tarde. El combo consistía en un suculento lomo saltado, rociado con unas negritas. Después de la sobre mesa nos dirigimos a un mirador para saber "in situ" la realidad de las cosas respecto al oasis de Sangalle. Francamente que es una geografía abrupta y difícil. Desde el mirador se puede apenas ver el lugar, pero en el fondo del cañón. La carretera que nos llevaría al sitio se dirige a Huanca y por un desvío se va al oasis, pero para llegar allí se debe seguir por una carretera interminable que va faldeando un tremendo cerro. Se ve que se puede llegar hasta un determinado lugar de donde se debe bajar a pie hasta el oasis. Si es una empresa titánica la ida, imagínense cómo será el retorno. Cosa de locos. Ahora, por el lado de Cabanaconde, hay que descender por una empinada y gigantesca montaña (que calculo se la hará en unas cinco horas de bajada por otras tantas de subida) hasta llegar, eso sí, directamente al lugar. Recién creo lo que dijo Roberto, que es fácil que la gente se deshidrate. Bueno, tomadas en cuenta todas las posibilidades se decidió hacer la ruta al día siguiente hasta las aguas termales de Llahuar.

El pueblo de Cabanaconde tiene, me parece el templo más grande pero a la vez, el más maltratado por el tiempo y los agentes geográficos. Está realmente muy descuidado, en reconstrucción y con sólo un lienzo de Cristo a la entrada del templo. Es una pena. Lo característico de casi todos los pueblos del lugar es que en su placita principal, sobre la pileta hay un cóndor con las alas abiertas como queriendo abrazar a los visitantes.

Por la noche, nos alimentamos y a dormir, no sin antes, ver las los picarescos disparos del láser del mono que ponía locas a las señoras de las tiendas, quienes no se explicaban la presencia de la luz roja juguetona en sus locales. Claro, porque Jesús les disparaba desde una cuadra a la distancia. También hizo disparos en salva a la parte posterior de algunas hermosas damitas del lugar. Después de estas travesuras, a dormir.

Al día siguiente, la mayoría del grupo se dirigió al balneario y nosotros (Jesús, Alonso y yo) retornamos a Chivay. En tremenda camioneta y con el reencarnamiento de Arnaldo Alvarado o Ailton Sena al volante, el regreso de Cabanaconde a Chivay es en un suspiro. Llegamos al Mirador del Cóndor y pudimos ver a alguno de ellos descansar frente a nosotros, en una peña, espulgándose plácidamente con los primeros rayos del sol. Así llegamos a Chivay y fuimos a desayunar donde una conocida de Jesús: desayuno continental compuesto de té, café, mate, queso, aceitunas, jamón, mantequilla a nuestra disposición. Le dimos buen fin y agradecimos. ¡Ah! me olvidaba, con nosotros regresó Ricardo, un chico que estaba muy mal, por la fiebre reumática que decía tener. Bueno, Jesús lo hizo instalar en el hotel donde desayunamos para que descanse. Lo atendieron muy bien. Seguidamente, después del opíparo desayuno, nos dirigimos a una entidad bancaria donde Jesús tenía que hacer unas ventas. La cosa salió tal como él esperaba y con esa alegría nos fuimos a la Calera. Ingresamos y a bañarnos. Jesús y Alonso, como retozaban en las cálidas y medicinales aguas, parecían embriones en su líquido amniótico.

Hubo un momento en que tal fue la visión que me sugirió el nadar de Jesús que, creí ver a una marsopa, un manatí o en ultima instancia un gordo lobo de mar haciendo piruetas en la piscina. Cuando salí de mi asombro, me encuentro con la realidad: era Jesús que mojaba sus lonjas resumantes de grasa. Bueno, con el falso lobo tuve que, también mojar las mías junto a las de Alonso que no se quedaba atrás en eso de los rollos. ¡Que pendencieros que fuimos! Sobre nosotros se deslizaban por una especie de andarivel, unos patitas que cruzaban por los aires toda la quebrada para ir a parar el frente con toda delicadeza del caso. Había algunos que, para frenar la velocidad, tenían amarrado un pequeño paraguas.

Después del reparador baño,regresamos al pueblo y agarramos rumbo a Arequipa. Lo triste del regreso, fue ver el ómnibus del fatídico accidente en el que fallecieron casi todos sus ocupantes. Así, con todos estos acontecimientos vividos llegamos todos felizmente bien a nuestra querida Arequipa. "De vuelta a la realidad".
Saludos
Walter Amésquita

Como información referencial, les proporciono lo que fue mi gasto personal
Jueves:
- Desayuno en Chivay (Jugo de frutas y pan con palta)     S/. 4.00
- Almuerzo en Lari (Caldo de choros y talarin con pollo)        7.00
- No cenamos porque era Jueves Santo
  (comimos unos pastelillos en una tienda)
- Hotel (incluyendo agua caliente)                                       15.00
Viernes
- Desayuno en Lari (avena más té con pan con queso)            6.00
- Varias tunas durante la subida a Pinchollo a 0.50 c/u          2.50
- Almuerzo en Cabanaconde (lomo saltado de res)                 7.00
- Cena en Cabanaconde (lomo saltado de pollo)                     8.00
- Hotel (incluyendo agua caliente)                                       15.00
Sábado
- No tomamos desayuno por cuestión de tiempo
  Compramos yogourt, pastelillos y fruta, más nuestras
  bebidas rehidratantes, más o menos                                  10.00
- Uso de piscina termal en LLahuar                                        4.00
- Almuerzo en Cabanaconde (lomo saltado de res)                 8.00
- Pasaje de regreso Cabanaconde- Arequipa                         17.00
- Recargo por bicicletas                                                        4.00
TOTAL GASTO BASICO                                                S/. 107.50

Realizamos otros gastos, como movilidad hasta Patapampa en bus especialmente contratado para nosotros. Viajamos 14 a razón de S/. 34.00 c/u

Para regresar de LLahuar a Cabanaconde, tuvimos que contratar un camión cuyo costo es de S/. 200 ida y vuelta, aunque nosotros sólo lo utilizamos para el regreso. Fuimos 10 a razón de S/. 20.00 c/u. Para ir a LLahuar, es mejor hacerlo en una camioneta 4x4 propia o hacer un grupo para que el costo del camión sea menos caro.
Otro costo, que aunque no lo gastamos es importante de mencionar, es que el alojamiento en el LLahuar Lodge, hotel ubicado a orillas del río en lo más profundo del cañón y en donde usamos las piscinas de aguas termales,es de S/. 15.00 por cama y el almuerzo (aunque no lo consumimos) es de S/. 10.00. Es decir, son precios muy cómodos.
Saludos
Jaime Virrueta


Para comunicarse con nosotros escribir a: teaminter1984@gmail.com

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