Febrero 26: Los Arbolitos

Siempre es gratificante ir a Los Arbolitos, una ruta que por su distancia puede ser denominada una ruta corta, 30 Km. ida y vuelta, pero por su dificultad en la ida hace que sea una ruta exigente y agotadora.
El tiempo normal de subida es de 2 ó 2.30 horas, pero en esta ocasión nos demoramos 3 horas debido, básicamente, a pinchaduras de llanta.
El terreno estaba de muy buena forma, a pesar de los muchos peligrosos surcos que había dejado la lluvia, pero esa misma lluvia endureció el camino lo cual nos permitió subir a buen ritmo.
Es una pena que gente insensible haya prendido fuego a dos de los árboles que adornan el lugar, pero, sin duda, la vista desde arriba es expectacular
El regreso fue otra cosa, en 20 minutos ya estábamos en Independencia, es decir, 3 horas de subida para regresar en un santiamén.
Este es el relato que hace nuestro compañero Walter Amésquita:

Esta rutita es conocida pero siempre hay algo nuevo que contar. Salimos 18 bickers un poquito retrasados (por la hora, no mentalmente…) y lo hicimos por la vía que va detrás del ex camal de Yanahuara. Bordeamos las proximidades de los restaurantes Los Rosales y el Sillustani para seguir por un callejón y así llegar a la trocha (que dicho sea de paso está bien cuidada) que finalmente nos llevaría al puente de Chilina. En la ruta pinchó llanta un cletero novicio que se integró al grupo.

Emprendemos la marcha y nuevamente, el mismo cletero, vuelve a pinchar. ¡Qué piña! Reemprendimos la ruta y vimos que las lluvias se han ensañado con este lugar, porque la pista se encuentra realmente tiras, destrozada. Seguimos rumbo al PJ Independencia por la pista principal que realmente es fuerte, especialmente para algunos que hace tiempo no salen. Aquí es donde deserta un cletero, no podía continuar por el cansancio, pero quedábamos aún 17 entusiastas.
Cuando llegamos a las cabeceras de este PJ, nos reagrupamos y seguimos hacia la meta. Desde un otero se observa toda la ciudad de Arequipa y reconocemos su crecimiento, pues lo que antaño eran tierras eriazas, hoy son calles, casas, parques, pistas, etc. Espero que respeten los límites extremos para construir viviendas en esta zona que es considerada de alto riesgo volcánico. Aquí es donde vemos a lo lejos a un despistado ciclista, solo y aventurero. ¿Quién era? nada menos que el lomo plateado (es decir, Jesús Valdivia) quien nos quería hacer creer que ya estaba de regreso de los arbolitos. Menudo ficto. Le hicimos creer que le creimos su increible aventura y chau.
Durante el camino vimos que la gente se aprestaba a celebrar la vernácula fiesta del cortamonte o yunza, excavando sin más el suelo para" plantar" árboles que, sólo algunas horas antes mecían sus frondosas copas al viento y que ahora, eran la muestra de cómo se mata a la naturaleza dizque por "mantener viva" la tradición. Imagínense, cuantas fiestas de este tipo se hacen en todo el país por este día, y calculen, cuántos árboles tienen que pagar pato para que esta gente celebre el carnaval. Es un arboricidio. Bueno, es el folklore.
Para ascender al cerro que nos conectaría con la ruta hacia los arbolitos, lo hicimos en dos grupos y con dos rumbos diferentes, pero al final todos llegamos al inicio de la mencionada carretera. El terreno estaba duro y seco -por esto de las lluvias- lo que hizo muy bueno el ambiente, sin polvareda y con el clima fresco.
El camino va a la vera de la torrentera, hacia arriba, hacia las faldas del volcán y en casi toda su extensión, se encuentra cortado por pequeñas avenidas de las aguas de la lluvia que hace un poco lento el pedaleo, numerosos surcos de todos los tamaños encontrábamos en el camino. Se observaba a los cerros como tapizados por una extensa alfombra verde, con aplicaciones de flores moradas y adornadas con unas hierbas, tipo cebollita china, a las que un despistado fitólogo (PATO) las confundió con hierba luisa. Aquí nos enteramos del abandono de otro ciclista, nuestro amigo Calambro, que sale a montar muy eventualmente y las consecuencias son ésas, una falta de físico total.
Realmente, como el clima estaba fresco, no sentimos el cansancio natural de esta ruta. Entonces, fuimos llegando al pie del cerro uno tras otro. Algunos se animaron a trepar para ver de cerca a los arbolitos y otros, que ya los conocemos N veces, optamos por quedarnos a descansar.
Mientras esperábamos, recordé los buenos tiempos de este paraje, allá cuando yo frisaba los 10 añitos y venía con mis patas de aventuras. El lugar era una estancia de ganaderos en la que se criaban llamas y hasta ovejas. La primera casa que se puede ver ahora, toda derruida, era muy bonita con un arco de piedras que recibía al caminante. La tara que todavía está, era un árbol frondoso que regalaba generosamente sus frutos, aunque en ese tiempo creo que no se conocían las bondades de este árbol: la tara.
El lugar estaba habitado por gente que pastaba a los auquénidos mencionados y por otros que iban de paso (a pie) hacia Chumbivilcas.
También hice memoria sobre otro asunto que tuvo ocurrencia aquí: la desaparición de Teresa Yaqueto, punto en el cual, aportó sus sabios y anticuados conocimientos el ilustre antropólogo Vladi. El hecho es que, hace mucho tiempo atrás, vinieron por estos lugares unos alumnos de la UNSA a realizar no sé qué estudios y que al terminarlos, se dieron cuenta que faltaba una chica. Nunca la encontraron. En las actividades de búsqueda más bien hallaron un cadáver, de otra mujer a quien la llamaron: Clarissa,la gringa. Vladi es conocedor de este episodio, y es más, aportó con su cuota de otra experiencia: dice que él vio alguna vez a un cadáver de lo que parecía ser un soldado, por estos alrededores y que por su seguridad, no hizo la denuncia. Cuando regresó, en otra ocasión a verlo, ya no lo encontró. ¿Por qué sería?.
Bueno, cuando descendieron de la montaña los ciclistas, regresamos pero ya no con la velocidad que le imprimimos en otras oportunidades, debido a que el camino se encuentra cortado por los surcos que el agua formó.
Al terminar la bajada, s e formaron dos grupos: los que querían ir a comer, hacia Yanahuara y los que querían ir a beber, hacia Miraflores.
Nos despedimos, cada uno con su consigna y hasta más ver. Cóndor, nos lleva por una ruta que según él, la conocía pero como siempre, está un poquitín desubicado: como sea, preguntado y aventurando por las calles, es que llegamos a buen puerto. Recalamos en el negocio del frutero (hartamente conocido) quien nos ofreció un trío de negritas que, aunque eran un poco añejas (con 24 añitos de envasado) nos sirvieron de maravillas para apagar la sed. ¡Qué ricas estaban! si hasta parecían con miel. En esos momentos tan placenteros de degustación, pensábamos en nuestro amigo Pedro que por motivos de trabajo no pudo salir a la ruta.
Como todo lo bueno siempre se acaba rápido, este momento no podía ser la excepción y tuvimos que terminar de apagar la implacable sed con unas desteñidas rubias. De pronto caen por el lugar, los de la facción Yanahuara. ¿Qué hacían por aquí? Bueno, bienvenidos fueron y nos contaron una historia increible: que habían salvado a una doncella a quienes unos bárbaros carnavalescos la quisieron hacer trizas con sus globos llenos de líquido elemento, y que tuvieron que agarrarse a golpes. Al final, salvaron el honor de la niña y no tuvieron más remedio que venir a contarnos la historia. Así entre risas y coloquio terminamos la ruta.
Chau

FOTOS COMPARTIDAS POR GRENNY












La bruma ya cubría los volcanes, pero el verdor de la montaña era extenso

En primer plano Hans, detrás Rafael y al fondo la ciudad de Arequipa




FOTOS COMPARTIDAS POR HECTOR


Nuestro amigo Fernando Bedregal, conocido como Calambro, ya caminando antes de rendirse y regresar

Al fondo se divisan, muy pequeñas, las siluetas de los arbolitos






Para comunicarte con nosotros escribe a: teaminter1984@gmail.com

Febrero 18 y 19: Pedregal-Quilca-Camaná

La ciudad de Arequipa, en donde radicamos, está creciendo a pasos acelerados y en forma muy desordenada. Ello ocasiona que el Team Inter, con una antigüedad de 27 años a la fecha, se vea obligado a buscar nuevas rutas porque las ya conocidas ahora son pista y casas. Creo que eso es natural.
En este afán, siempre estamos dispuestos a aventurarnos por caminos desconocidos o buscando el Google Earth alternativas que nos lleven a tal o cual destino.
Este sábado 18 y 19 de febrero, 5 intrépidos ciclistas integrantes del Team Inter, decidieron buscar una ruta que lleve desde el pueblo de El Pedregal, hacia la playa de Quilca y de aquí a Camaná. Pero no yendo por la pista de asfalto ya conocida, sino, cruzando el desierto, emulando a la competencia del Rally Dakar que hace poco vivimos en nuestro litoral.

Este es el simpático relato que hace nuestro compañero Walter Amésquita, conocido como Guau, de la aventura vivida en esta fecha:

DAKAR EN BICI
A veces las cosas o proyectos que se piensan mucho o que se planifican demasiado, simplemente no se efectivizan. La ruta a Quilca, desde los albores o inicios del club, yo la venía escuchando y no se hizo hasta ahora.

Fuimos cinco los aventureros que hicimos la ruta Pedregal-Quilca-Camaná versión Dakar en bici.

Salimos de Arequipa hacia el Pedregal en Carpio. Nos quedamos en la última parcela. Acomodamos la biclas, revisamos los frenos, llantas y a atravesar el desierto, no sin antes, preguntar a unos patas que estaban por ahí, sobre la carretera hacia Quilca. Cuánto me emocioné al oir su respuesta corta, directa y conocedora: ahí está la carretera y derechito llegan a Quilca.

Con la alegría de estar en la dirección correcta, empezamos la travesía. En el horizonte sólo se observaba arena, arena y más arena. Así llegamos prontamente a una especie de rancho al que se dirigió Vito para preguntar por la ruta. Nosotros nos quedamos cerca a una cruz que se dejaba ver desde muy lejos. Ya Jesús empezó a dar muestras de una terrible deshidratación, pues sudaba a cántaros. La respuesta que trajo Vito fue que siguiéramos la huella y así llegaríamos a nuestro destino. Reemprendimos la ruta y después de un buen trecho, avistamos a un caterpilar que estaba haciendo trabajos de nivelación. Preguntamos y creo que por no dejar de respondernos, nos dijeron que siguiéramos una huella de carro, que apenas se dibujaba en la tierra, y así llegaríamos a la carretera.




Con tan "certeras" señas seguimos el trajín. El terreno era completamente seco, arenoso y en gran parte cubierto por caliche, que hacía peligrosa la ruta, pues este material es tan duro y filoso que podía fácilmente cortar las llantas. El clima estaba aparente: nublado y fresco. Eran muchas las circunstancias por las que Jesús y Rafael se quedaban siempre atrás. Aquí ¡cuando no!, Jesús pincha llanta. Arreglamos el impase y a seguir. Así es como encontramos una huella de carro que apenas se distinguía y la seguimos. A lo lejos de veía, más bien se adivinaba una carretera y hasta allí llegamos. Era una buena guía para nuestro desorientado sentido de la vista. Así hemos seguido la huellita que a veces de perdía y a veces aparecía hasta llegar a un cauce seco de alguna avenida de agua de lluvia, tipo" lloclla". La seguimos y seguimos hasta que nos adentramos por una garganta de piedras, a un tremendo arenal sin fin. El sentido común nos hizo reaccionar, debido a que había otra huella de carretera que iba por encima nuestro y que al parecer, tenía más posibilidades de ruta que la anterior. Regresamos lo andado y nuevamente a pedalear.

Ya eran más o menos las once cuando a lo lejos vemos unos árboles (que realmente eran unos retoños, pero que con el calor disimulado que hacía, nos los hacía parecer tremendos árboles, porque realmente eso de los espejismos, se da en estas latitudes). Bueno pues, para llegar ahí tuvimos que salir de una especie de quebrada arenosa, empujando las bicis y seguir hacia el oeste en, que se supone se encuentran Quilca, la playa y el mar.

El trajín era el mismo: pedalear en la arena suelta, blanca y fina. La nubes ya tomaban un color negro y seguramente en nuestros espíritus, latía una desazón por no saber realmente hacia donde nos dirigíamos. Así es como salimos a la parte alta del arenal y después de mucho avanzar sin rumbo, realmente así fue, es que vemos a lo lejos, los árboles mencionados y mucho más lejos todavía, una camioneta que iba dejando una estela de polvo detrás suyo y que se dirigía, según nosotros a Quilca. Con el corazón latiendo por la emoción y con la alegría de no ser los únicos seres vivientes en estos lares, vimos cómo se acercaba más y más para llegar a una irrigación llamada "La Amistad". Nosotros también nos dirigimos hacia allí y preguntamos por la dichosa carretera que debería llevarnos a Quilca.

Nos dijeron que siguiéramos de frente hacia lo que parecían unos cerros a lo lejos, y que allí encontraríamos la carretera, que era fácil de ubicarla porque había huellas de carros y de motos. Que la siguiéramos hasta llegar a unas piedras en donde veríamos la bifurcación de la carretera. Que tomáramos el ramal de la derecha y que así llegaríamos al destino. Agradeciendo el dato nos dirigimos hacia el lugar indicado. Las palabras suenan muy precisas y hasta dan la sensación de estar refiriéndose a distancias pequeñas o por lo menos fáciles de culminarlas, pero no, las distancias de las que hablo son inmensas, desoladas, secas y sólo adivinables debido a lo monótono del paisaje, sin ningún punto de referencia. En el trayecto, Vito siempre de desviaba hacia el sur y aquí si: estábamos completamente perdidos, sin rumbo. Ya sería la una de la tarde y nos detuvimos a descansar. Empezó a soplar un viento helado que levantaba una fina arenilla. Tal era el cansancio que nos hemos quedado dormidos un buen rato. Cuando despertamos la situación era tal cual: no había norte, la topografía era la misma, el clima se estaba haciendo cada vez más frígido y oscuro. Yo, sinceramente, pensaba en dormir a campo abierto porque no veía esperanzas de llegar al destino. Pero me animaba de rato en rato, la seguridad de Vito de poder llegar al destino, la frialdad de Pedro de pensar en que hemos salido con un rumbo y que lo tendríamos que cumplir de todas maneras, la impasividad de Rafael de sentirse seguro con nosotros y la fuerza de voluntad que le pone Jesús en estos trances.




Se veían huellas de llantas por todos lados, pero que a las justas se dibujaban en la superficie, lo que hacía más difícil la ubicación de la carretara de marras que nos llevaría a buen puerto. Es así que llegamos a una vía, efectivamente ancha, bien marcada y bastante trajinada pero que de ruta carrozable no tenía nada, porque así habían muchas. Ahora para donde seguir. Aquí es donde se le prende el foquito al gorila y nos dice que esas huellas son las que han dejado los carros del Dakar que por allí habían pasado y era lógico porque la dirección era hacia Camaná y nosotros estábamos yendo hacia Mollendo. Tomamos la decisión de seguir esa ruta, en espera de Vito quién fue a buscar otra vía. Cuando regresó, seguimos hasta que llegamos a las famosas piedras que nos indicó el amigo. Yo creía que eran piedras, rocas, promontorios rocosos, etc pero no, eran simplemente "mojones" algo así como las apachetas que vimos rumbo a Lluta. Vito siempre empeñoso, pero solo, sin comunicar a nadie, siguió otra ruta paralela a la que haríamos momentos después. Pedro se orienta y recuerda las señas que nos dieron: las piedras. Yo (que sin saber estaba sobre la ruta correcta) le digo a Perico que por qué Vito se dirige por otra ruta ya que esta es más aparente de seguirla, y entonces, él viene y efectivamente concuerda que deberíamos seguirla, dado que estaban las piedras y había un desvío hacia la izquierda. Fue una buena decisión porque era la pista que tanto estábamos buscando. La hora 3 pm. A lo lejos se veían la nubes "camanchaca" que salín de no sé donde pero que hacían el ambiente frígido y húmedo.







Después de mucho rodar, Vito poco a poco se va acercando hacia el grupo y así seguimos y seguimos. La tarde ya era demasiado fría, húmeda y casi sin visibilidad. Vito lo que buscaba era la bajada hacia los acantilados de la caleta de Quilca. Así es como encontramos ya una buena trocha que nos indicaba que la bajada estaba cerca. Paramos, descansamos, nos abrigamos y empezamos a bajar. La trocha está bien descuidada y apenas la han trazado sobre la superficie de la tierra. No se ve que hayan hecho mayor trabajo con maquinaria pesada. La vía transcurre sobre tierra virgen, cenizas (como las de Molledo), laderas de cerros y la mayor parte sobre la cresta de las montañas, llena de cascote cortante. Así es como se va bajando ya hacia el litoral, pero no sin tener amagos de caídas y casi despistes en las curvas. Desde un lomo del cerro se distingue ya parte del valle de Quilca en el que el río se ha desbordado y arrasado grandes extensiones de tierras de cultivo. Llegamos (como digo siempre Vito, Pedro y yo) a casi la mitad de la bajada y esperamos a Jesús y finalmente a Rafael. Nuevamente a emprender la bajada y así es como arribamos sin problemas al pueblo de Quilca. Es un paraje muy pequeño, con un parque, iglesia moderna, municipalidad y alguna que otra casa. Descansamos un rato y nos dirigimos a Camaná, pasando por la caleta de Quilca, que es una delicia verla: es como una herradura de roca gigantesca que se abre para dejar pasar las aguas de mar en forma calmada e incansable y así formar un puerto para botes que se mecen al vaivén de las olas. Por esto de las lluvias, las aguas están completamente sucias, llenas de palos, totora y ramas. La gente nos miraba como animales raros por nuestras fachas y polvorientas pantalonetas. Es una caleta, tan "caleta" que el movimiento sólo lo dan los pelícanos y gaviotas que revolotean en busca de algún resíduo de pescado.

Ya en Camaná (7 pm) nos alojamos en un hotel limpio, cómodo, céntrico y económico. Nos aseamos y fuimos a comer. Recién vi como una sola persona se engulló medio pollo y casi litro y medio de gaseosa. Después de la cena que nos repuso del hambre, fuimos a pasear por La Punta que es todo un bulevard: discotecas, música, vehículos, chicas, trago, jolgorio y la tremenda propaganda para ver a las cuatro top model del momento: Delly, Adriana, Vanessa y la Luján. Nosotros estábamos en esa discoteca, pero en plan de refresco nada más. Así la pasamos sanamente con un pata de Jesús. Nos fuimos al hotel y a dormir. A dormir sí, pero con acompasados ronquidos de alta y baja frecuencia. Los autores Pietro y el lomo plateado. El susodicho no ronca, porque ya mi esposa me lo hubiera dicho.

Despertamos con el sol muy alto, así que ha ducharse se dijo: si el desfile de las modelos fue excelente, el de mis patas fue mucho más natural. Salían de la ducha por la pasarela (léase pasadizo de la ducha hasta el cuarto) simplemente en cueros, con una inocencia tal, que hasta el más nubil querubín quedaría ante ellos como una zapatilla. ¡Qué muchachones tan pendeivis!.

A tomar desayuno y hacia la playa. Jesús siempre con su costumbre, se quedó no sé hasta cuando en Camaná y los tres mosqueteros (porque Vito se regresó el mismo día sábado en la noche a Arequipa) regresamos a Camaná caminando desde la playa El Chorro (La Punta) hasta la entrada al pueblo, siempre por el litoral, y durante el trayecto la cámara fotográfica se ganaba con las tomas más espectaculares de la ninfas que salían de las bravas y salinas aguas marinas. Llegamos al pueblo, un acicalamiento, a almorzar, recoger las cosas y rumbo a la empresa para regresar a Arequipa.

Por qué Dakar? porque como esa competencia, nosotros tampoco hemos tenido carreteras, la hemos hecho a campo traviesa, al ojo, a la orientación al champún, porque no teníamos mapas ni GPS. Aquí bien vale el dicho: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar" (pero me hubiera gustado ver al dichoso poeta, bicicletear o por lo menos caminar en esta zona).



Ciclojinetes del Team Inter, desde la izquierda: Luis Ochoa (a) Vito, Walter Amésquita (a) Guau, Rafael Córdova (a) Papá Peluche, Pedro Villena (a) La Pepa Y Jesús Valdivia (a) La Mona Hacendosa


Más fotos enviadas por Walter:


Arido desierto, extenso, deprimente....

Vito, se quedó dormido exponiendo sus partes nobles




Catedral de Camaná





Las ninfas y las bravas aguas salinas?


Hotel de Turistas de Camaná, situado a una cuadra de la Plaza


Para comunicarte con nosotros, escribe a: teaminter1984@gmail.com

Imagen de la semana

Imagen de la semana
Ruta: Represa de Uzuña

En Acción